Opinión
Carlos sans
Somos dóciles víctimas
Estamos inmersos en una crisis mundial que puede desencadenar una recesión de dimensiones inciertas. Y lo estamos porque un individuo, presidente de uno de los países más poderosos de la Tierra, ha tomado una decisión, o le han aconsejado que tome una decisión, que, como es habitual, va a perjudicar a millones de ciudadanos. Una decisión que puede ser nefasta para todos nosotros. Suma y sigue. Una vez más, una decisión política arruina la vida de los parias de la Tierra que, aunque paguemos impuestos, somos los conejillos de indias a merced de los caprichos de quienes nos gobiernan.
Todo por satisfacer a aquellos poderosos que en la sombra marcan el camino o para aumentar los votos que les a van a mantener en el puesto.
La crisis global de 2008 a 2014 fue provocada porque el presidente de la Reserva Federal de EE UU no hizo bien las cosas y pensó que el mercado se regularizaría por sí solo; el champán para todos de los bancos acabó con el negocio de muchas personas. Otra crisis, la climática, se apoya gracias a las inexistentes políticas de los países industriales que contaminan y no han sido capaces de ponerse de acuerdo para revertir la situación. Siguiente crisis mundial, la del covid. Todavía hoy no existen certezas de dónde salió el virus; en cualquier caso, volvimos a pagar las consecuencias aquellos que sufrimos pérdidas humanas y económicas irreparables. A escala local, en España se vino otra crisis: la iniciada por unos políticos que abanderaban un "procés" en Cataluña que nos arrastró a una crisis económica y personal muy grave; otra vez, volvimos a pagar la errática decisión de quienes mandan. Volviendo al panorama internacional, la guerra de Ucrania es otro ejemplo del desastre que supone la interesada decisión de unos pocos para el perjuicio de muchos.
¿Hasta cuándo seguiremos siendo las víctimas de caprichosas e injustas decisiones que hacen de nuestras vidas un sube y baja económico y emocional? No basta con vivir para vivir, debe permitirse que se viva en paz para ser un poco felices. Lo peor es que no va a cambiar nada y seguiremos siendo las dóciles víctimas de siempre.
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