Opinión

Trumpeando

Los bruscos movimientos del presidente norteamericano que pueden costar muy caros a la economía de su país

Recuerdo en la facultad de economía cuando mi profesor Antonio Torrero, seguramente el economista español que más y mejor ha estudiado las crisis financieras, me explicaba que la realidad era como un grifo mal cerrado; primero mancha el fregadero, pero acaba perforando el acero inoxidable. Trump y su disparatado plan de política económica ha chocado con la realidad. La mayoría de economistas decimos que su plan es inflacionista y por fin los inversores exigen a la deuda pública de EE UU un tipo de interés más alto para protegerles de la inflación futura.

El problema es que el movimiento ha sido muy brusco, tanto que ha recordado al verano de 2007. El objetivo de Trump con los aranceles es encarecer las importaciones, pero también quiere abaratar las exportaciones industriales estadounidenses devaluando el dólar. La Reserva Federal no parece por la labor de bajar los tipos, como le exige Donald Trump, acusando a su presidente de hacer política, y eso debería apreciar el dólar. Sin embargo, el billete verde se ha desplomado contra el euro en el último mes y cotiza ya próximo a 1,15, nivel no visto desde finales de 2021 cuando la Fed inició su ciclo de subidas de tipos.

Como nos enseñó John Maynard Keynes, el tipo de cambio se mueve por diferenciales de tipos de interés entre los dos países y posteriormente Rudiger Dornsbusch nos enseñó que también influyen las primas de riesgo y que los inversores se anticipan por expectativas. La subida de tipos de largo plazo de la semana pasada deberían haber apreciado el dólar, pero se ha desplomado desde 1,09 hasta cotizar por encima de 1,15. Por lo tanto, los inversores perciben más riesgo y creen que la amenaza de Trump de devaluar el dólar es creíble.

La pregunta que se estarán haciendo los inversores ahora es: ¿hasta donde quiere Trump devaluar el dólar? Nadie sabe lo que piensa esa cabeza pero un nivel de referencia puede ser el tipo de equilibrio que estimamos los economistas por la teoría de la paridad de poder adquisitivo que, corregido por productividad, podría estar próximo a 1,25. El problema es que los mercados nunca son eficientes y van por una senda óptima al equilibrio. Siguen mecanismos de prueba y error y suelen sobre reaccionar, cómo nos enseña el modelo de expectativas racionales de Dornsbusch.

Un mercado asustado sigue una dinámica caótica no determinista similar a las manadas de búfalos cuando les atacaban los indios en la película de "Bailando conlobos". La diferencia es que los indios cazaban para comer y tener pieles para el invierno y cuidaban de la manada para poder seguir cazando en el futuro. Donald Trump es señor mayor, millonario, que sólo quiere pasar a la historia y no tiene ningún contrapoder en su partido y en el Congreso y en el Senado que se atreva a decirle que está equivocado y que su plan de política económica puede provocar una recesión en su país, inflación y empobrecer a todos sus votantes, y una crisis financiera en el dólar que sería global al ser la moneda de reserva.

El mayor peligro de Trump no son los aranceles, ni los intereses de los lobistas que financiaron su campaña. El peligro son sus ideas, y el nuevo inquilino de la Casa Blanca no se caracteriza por cambiar de opinión fácilmente.

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