Opinión

Más de cinco horas con Mario

Lejos de mí cronometrar el tiempo pasado junto a tan gran autor; valerme, sin embargo, de "la revuelta" –¡Oh, iconoclasta David Broncano!–, de un título famoso, no precisamente de los mejores de Miguel Delibes (el primero, a no dudar, "Las ratas"), que con Ferlosio ("Alfanhuí"), Gabo ("Vivir para contarla"), Rulfo ("Pedro Páramo"), Cunqueiro ("Merlín e familia") y el asturiano Ayesta ("Helena o el mar del verano") son el más excelso ramillete de nuestra novelística hispana contemporánea.

Precisamente Ferlosio reprochaba a Clarín que, con la excepción de Ana y Frígilis, no amaba a sus personajes. No es el caso de Vargas Llosa que, tal recojo en "Oviedo al fondo", dicho por él mismo, sí quería a la Pies Dorados. Por intermediación de Graciano García y Carlos Fuente (Lafuente) le llevé a las consistoriales. Luego volví a departir con él en Highgrove, Gloucestershire, donde me firmó junto a Su Majestad en un libro que conservo. Y en una tercera ocasión, Eloína le hizo bajar de un coche para que dedicara a nuestros hijos su recién salida "La guerra del fin del mundo".

¿Es mejor Mario que los citados Sánchez Ferlosio, Delibes, Gabo, Rulfo, Ayesta…? En absoluto. Las comparaciones son siempre odiosas e injustas, pero seguramente, a mi humilde manera de ver, el peruano vendría luego, en importante pelotón en el que estarían para mí, con alguna duda y sus ricos abalorios, Cortázar, Cela, Fuentes, Juan García Hortelano, Ana Matute, Sepúlveda, Martín-Santos, Benet, Aldecoa, Avello, Montero, Marías, los Goytisolo, Torrente, Marsé, Landero, Mateo, Gómez de la Serna… n

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