Opinión

Semana Santa y la fe de mis mayores

De lo público y lo confesional privado

Hay quien no comparte que una televisión pública emita imágenes de eventos religiosos por ser pública, que no pasaría nada si fuese privada.

Entre lo público y lo privado nos movemos bien últimamente, en lo que va de puro local o fervor municipal al escepticismo global que desean instaurar los nuevos "julios" y "augustos" césares del tercer milenio cristiano.

Todo confluye en un versus ambivalente: que si la sanidad pública, la enseñanza privada; que si empleo público y posterior privado de líderes políticos a ser empresarios lunáticos arrancando motosierras en sus apariciones, a veces mesiánicas.

Cuando la naturaleza regentaba nuestro destino espacio-temporal llega un nuevo sistema mental "artificial" a desmontar lo preconcebido entre tierra, luna y sol que abrió nuestras expectativas cognitivas dando sentido a la existencia.

Explicar esto en el ámbito del rito ceremonial, desde una cabalgata a travestirse en carnaval y sacar la peana y santo para el Triduo Pascual, no es nada sencillo, como tampoco detallar que un mes de julio o agosto son nombres de otros césares o dioses de carne y hueso. Queremos imitar a Dios, y no.

En definitiva, son los objetos astronómicos los que iniciaron nuestra ubicación espacio-temporal haciéndonos ver que estamos de paso. No hizo falta bajar a Egipto en busca de deidades que repercutían en faraones; los escoceses presumen de monolitos prehistóricos, triangulaban la posición lunar hace ocho mil años, hay que tener fe para colocar las doce piedras del primer calendario.

Sería dócil argumentar que la fe es tradición y costumbre, porque con el bautizo impuesto, la primera comunión o asumir ante el sacerdote el sacramento matrimonial no nos garantiza que tus descendientes comulguen con la misma fe.

Por incumplir la tradición no miramos mal a nuestros hijos y nietos, ni en lo público cuanto más en lo privado. La fe no se transmite, se tiene.

Decía un buen sacerdote que tú no vas al Espíritu Santo, él va a ti.

La religión, que no es el tema a abordar, tiene igual convalidación que la política y ambas resumen la cultura de la Humanidad.

Las religiones, como los regímenes, tienen constitución y códices que buscan la supremacía tanto en lo público como en lo privado. Apenas hay líderes políticos que no se beneficiaron de su puesto, ninguno entregó la vida por los demás dando prioridad a los pobres, al contrario. Por eso cuesta creer en la fe y no es una antinomia.

La Semana Santa vuelve a presentarse como la Navidad, igual de mercantilizadas que otras celebraciones sin historia o importadas, nadie se apea del calendario precisamente porque al nacer, bautizados o no, aceptamos la cultura con la misma probidad que la genética y condición espacio-temporal de ser finitos. Quizás sea esa la esencia de la Semana Santa, claro está con fe.

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