Opinión | L'aprecederu

No todo son los políticos

Entre los políticos hay de todo, creo que proliferan mucho más los enteros que los corruptos, aunque existe una forma de corrupción intrínseca a la militancia en un partido, el sometimiento, velis nolis, a los mandatos de los de arriba. Ahí tienen ustedes las bajadas de pantalones de los diputados del PSOE, aquí en Madrid y en Europa con la cuestión del lobo, por amparar a Teresa Ribera. Es cierto que, frente a Hugo Morán, brilla Nino Rodríguez.

Pero los ciudadanos tenemos también mucha culpa de deficiencias en el deterioro de la vida social o de su ineficiencia. Un ejemplo patente es el del reciclaje de las basuras, que es escaso, y, en ocasiones, depositando los desperdicios en contenedores inadecuados o dejándolos al pie para que los recoja el "esclavo" de turno.

Estos días han saltado a la prensa dos muestras más de desidia ciudadana. Con claridad: las pintadas son una gochada y un acto de vandalismo, realizadas, además, sobre una propiedad que no pertenece al engochador. Pues bien, el Ayuntamiento xixonés tiene en marcha un plan de limpieza de esos chafarrinones, ahora bien para actuar sobre la pared emporcada necesita el permiso del propietario de la misma. Sin embargo, la respuesta de los propietarios y los vecinos es decepcionante: la mayoría ni contesta.

La segunda es una alerta que lanzan los centros de la Seguridad Social y que ha dado lugar a una campaña de concienciación de los ambulatorios de Mieres: cuando los llaman, muchos pacientes no cogen el teléfono al ver un número que desconocen. Uno comprende que se puede estar cansado de llamadas impertinentes, pero también el ciudadano debería saber, por lo menos, que está esperando ser llamado para una cita, y, en todo caso, se levanta el teléfono y se corta si no nos interesa.

No, no son solo los siempre vituperados políticos, nosotros tampoco nos acercamos a la excelencia cívica.

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