Opinión
¿Por qué los jóvenes se vuelven de derechas?
Alarma en la izquierda por el crecimiento del conservadurismo entre las nuevas generaciones
En mi juventud, en El Entrego, y supongo que en general en toda la cuenca minera, apenas había jóvenes de derechas. O, al menos, no lo manifestaban. Y eso que vivíamos bajo una dictadura muy de derechas. La abrumadora mayoría eran de izquierdas, muchos porque sus familias lo habían sido desde tiempos inmemoriales, otros por rebeldía contra sus padres de derechas, siempre tan autoritarios. Los jóvenes suelen sublevarse contra el poder establecido, es lo propio a su edad. Entonces, ese poder era el franquismo. Hoy, el poder es el PSOE de Pedro Sánchez, que en enero cumplió siete años en La Moncloa.
Las alarmas se han encendido en Ferraz después de conocerse algunos resultados demoscópicos al respecto. El CIS anunciaba a primeros de año que, según un estudio, el 38 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años asegura que no tendría problema en vivir bajo un régimen "poco democrático" si con ello mejorara su calidad de vida. Eso supone un diez por ciento más que la media de todas las edades.
El domingo pasado, este diario publicaba una exclusiva de "El Periódico", en la que se revelaba que el PSOE se había apresurado a presentar en el Congreso, con la aquiescencia de Moncloa, una iniciativa con medidas para frenar este preocupante fenómeno. ¿Y cómo se frena este avance juvenil hacia la derecha?, se preguntarán.
Pues, según el PSOE, promoviendo "programas de formación" del profesorado sobre "la represión franquista y la tendencia reaccionaria que cunde entre la juventud". Si yo fuera profesor, me sentiría ofendido. Primero, presuponer que los docentes de este país ignoran cómo fue el franquismo resulta insultante. Y, segundo, nadie conoce mejor que los profesores lo que piensan los jóvenes.
La iniciativa socialista propone también -según la mencionada información- "sensibilizar" a la comunidad educativa (directivos de los centros, docentes y familias) acerca del "preocupante aumento" de jóvenes que miran con buenos ojos el régimen franquista, así como "actualizar" los contenidos en Secundaria, Formación Profesional y Bachillerato, para incorporar el "papel de las mujeres durante el golpe de Estado, la Guerra Civil y la dictadura". Seguro que así escalamos varios puestos en el informe PISA.
Uno de los artífices de la iniciativa es el diputado Raúl Díaz, que lleva en cargos públicos desde 2010, cuando solo tenía 23 años. "No buscamos demonizar a los chavales y ser paternalistas –ha proclamado el político riojano–. Buscamos acompañarlos. Porque no todo está perdido (...) La idea surgió al comprobar el discurso que prolifera en redes sociales, donde hay una exaltación antifeminista y ultraliberal, así como una especie de ensoñación franquista". Qué se sepa, ni rastro de autocrítica, ni una mísera pregunta tipo "¿qué hemos hecho mal?".
Coincide la iniciativa, que se debatirá en el Congreso la primera quincena de mayo, con la presentación de la Ley de la Juventud por parte de la ministra Sira Rego. La militante del PCE (ahora en Sumar) ha incluido en el proyecto el derecho a voto a los 16 años, lo que ha puesto al PSOE de los nervios. Pese a que el partido de Sánchez siempre había sido un firme defensor de bajar la edad de voto, ha cambiado de opinión.
¿Y eso? ¿Será porque el poder ha envejecido a los socialistas? No necesariamente. Una vez más hay que recurrir al CIS, que, tras las elecciones europeas del año pasado, aseguraba que la suma de los votantes de 18 a 24 años de Vox y Se Acabó La Fiesta había superado a la de votantes del PSOE, en la misma franja de edad. Se calcula que si en las próximas elecciones generales se baja la edad de voto a los 16 años los partidos de extrema derecha ganarían un millón de votos. Tal vez no tantos, pero las formaciones de extrema izquierda también saldrían beneficiadas, de ahí la iniciativa de la ministra.
El ensayista Ramón Andrés publicaba un muy interesante artículo en el último número de la revista "El Cultural", que debieran leer todos aquellos que ahora se echan las manos a la cabeza. Reflexiona sobre por qué cada vez menos jóvenes valoran la democracia. "Han sido postergados a un papel adolescente y no entienden qué ha sucedido entretanto –escribe el pensador navarro–. Se les ha utilizado del peor modo, de les ha engañado con unos planes de estudio fraudulentos, se les ha mentido con un profesorado a menudo arrogante, funcionarial y deficiente, se les ha mentido con las redes sociales, se les ha hurtado el espíritu crítico y mentalizado hasta la obsesión de que no hay futuro y si lo hay, desde luego, se les convence de que no es suyo…".
En las palabras del autor de "Despacio el mundo", hay pistas muy certeras para una respuesta a la pregunta del titular de este artículo. Nada que ver con las vaguedades de nuestros políticos, más preocupados por perder los votos de los jóvenes que por resolver sus problemas. No son conscientes, o no quieren reconocerlo, que los jóvenes buscan soluciones extremas –de izquierda y de derecha– porque las convencionales les han hurtado el futuro.
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