Opinión

¿Obras son amores?

Bueno, puede que sí, pero algunas lo son como amores a palos, de esos de maltrato unidireccional. Si no, ¿qué me dicen del apenas kilómetro y medio del soterramiento del tren en Llangréu. ¡16 añinos se tardó! ¿Qué hubiera sido de tener la longitud del de San Gotardo, 57 kilometrinos o, simplemente, del Payares pal AVE, 25? Aquello de Don Juan en la obra de Tirso, "¡Cuán largo me lo fiáis!", hubiera sido bien prudente.

¿Y qué me cuentan del puente de Ribeseya? No entro yo en polémicas lastrinas o antilastrinas, no sé si existe otra solución para la obra o solamente la que se propone: cortar el tráfico rodado durante cuatro meses para los vehículos, en verano, además, ¿pero se imaginan ustedes los trastornos para familias, veraneantes, enfermos y negocios (desde el humilde repartidor de periódicos al más copetudo restaurador)? Y, por cierto, no conozco obra alguna que concluyese en el plazo anunciado. De hacerlo en este caso, habría que suponer una intervención decidida de alguna deidad del entorno, tal vez la misma Santina.

En Xixón están terminando de "renaturalizar" un tramo del Piles, el cercano a Les Mestes (hípico y estadio deportivo). Una parte muy importante de la obra es discutible: aquella que dificulta el acceso a diario a la práctica del deporte a cientos de ciudadanos y pone en peligro a los niños por la falta de aparcamiento inmediato. Y no digamos nada cuando haya competiciones (por cierto, y los urinarios más inmundos del mundo sin renovar).

En ese afán de "renaturalizar" se suman un discurso que es en parte ideología fantástica y el afán de "pillar" fondos europeos para hacer que hacemos y gastamos. Sobre los peligros de esa "deshumanización" nos avisan alaridos mudos, como los recientes del Levante, o palabras precavidas, como las de Juan José Tielve en LA NUEVA ESPAÑA del 5 de este mes, a propósito de Llaviana.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents