Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE
Katy Perry, una oveja en el espacio
La artista californiana, hija de jipis reconvertidos a pastores pentecostales que le afeaban su afición a la música, regresa del primer vuelo espacial ‘solo para mujeres’. ¿Empoderamiento femenino o frivolización de las astronautas?

Katy Perry
La cantante californiana Katy Perry (Santa Bárbara, EEUU, 40 años) acaba de regresar de un viaje espacial de 11 minutos más allá de la línea de Kármán, a cien kilómetros sobre la Tierra, fuera de la jurisdicción internacional, lo que implica que aquello no pertenece a la NASA ni a los rusos ni a China. Aquello no es de nadie o es de los que van llegando, del Imperio, de la Alianza Rebelde, de los klingon o de cualquier raza humanoide en el imaginario de un boomer. O eso pensábamos. Pensábamos que después de la Guerra Fría, la conquista del espacio iba a ser una cosa ordenada: la Luna y Marte para Estados Unidos, la Estación Internacional para Rusia por ser un socio principal, para China los satélites de energía solar, y alguna migaja para Europa, todos en comunión, haya paz. Hasta que han llegado Jeff Bezos y Elon Musk.
¿Cuánto ha pagado Katy Perry por lo que se tarda en viajar en el metro de Madrid de Cuatro Caminos a Puente de Vallecas? No está claro. El mínimo son 150.000 dólares (el viaje en metro sale a 0,61 euros con el bono de transportes), aunque el último trayecto promovido por Blue Origin —ya lleva once— no habría tenido la misma promoción de no haber incluido a la estadounidense. Mientras se resuelve la propiedad del espacio, magnates tecnológicos como Bezos y Musk van haciendo camino con viajes turísticos para millonarios y labrando el terreno para sus divisiones espaciales y el imponente negocio (civil, militar) en que se convertirá a corto plazo. La Tierra se queda pequeña para empresarios con más de 100.000 millones de dólares. La undécima de las ‘misiones’ fletada por el propietario de Amazon, aderezada con motivaciones científicas ad hoc, como la recopilación de datos biomédicos o inspirar a las niñas para emprender carreras científicas, se ha vendido como el primer vuelo espacial ‘solo para mujeres’, un golpe de efecto para promocionar una travesía que ha incluido, además de a Katy Perry, a la presentadora Gayle King, la ingeniera aeroespacial Aisha Bowe, la activista Amanda Nguyen, la productora Kerianne Flynn y la novia de Bezos, Lauren Sánchez.
Perry, la única de esas ‘astronautas’ con indiscutible fama planetaria, representa un atractivo notable para este tipo de aventuras. A partir de la segunda, mantienen el interés de clientes milmillonarios en la medida que deja de prestarle atención el resto de la humanidad, donde —esto es importante— subyace el nicho de negocio de, por ejemplo, Amazon. Al margen de argumentaciones científicas en segundo plano, la ciencia y el feminismo no han ahorrado objeciones. La primera porque se banaliza la carrera de astronauta, cuya preparación lleva años; el segundo por el papel ornamental de las pasajeras. Ya que era el primer vuelo espacial exclusivamente femenino, al menos haberlo hecho con astronautas de verdad. Por acotar el debate, se trata de turismo espacial, no de una misión interestelar.
La primera en banalizarlo fue la propia Perry, cuya pregunta al confirmar el viaje fue "¿Qué me voy a poner?". Lo hizo en un reportaje anterior al despegue. ¿En una revista científica? No, en una de moda. Tampoco ayudó a tomar muy en serio la expedición que se dieran detalles como que los trajes espaciales debían ser cómodos y seguros, pero también muy ceñidos, "favorecedores y sexis". "¡Vamos a tener extensiones de pestañas volando en la cápsula!", dijo en la misma revista la prometida de Bezos.
Nacer en EEUU presupone la posibilidad de que tus padres jipis despierten una mañana convertidos en pastores pentecostales. Es el caso de Katy Perry, educada de forma estricta por unos progenitores que trataron de alejarla de la música. En paralelo a la fama de su hija se embarcaron en actividades benéficas con aportaciones de sus fieles que, según la prensa británica, se han pulido en viajes, retiros y estancias en hoteles de lujo.
Rihanna vs. Beyoncé. Miley Cyrus vs. Ariana Grande. Katy Perry vs. Lady Gaga. Ambas protagonizan la última batalla del pop, con conciertos multitudinarios por separado el mismo día, en la misma ciudad, a la misma hora. El hecho religioso no ha dejado de acompañar a esta artista cuya gira recalará en noviembre en España. La esposa de Orlando Bloom (Legolas en El Señor de los Anillos) trató de comprar en 2015 un convento en Los Angeles, y resulta curioso que el cohete que la transportó 11 minutos por encima de la Tierra llevara por nombre New Shepard (Nuevo Pastor). La compra del noviciado al final no cuajó. Quizá fue una señal. "Faltando los hombres, el mundo se pararía", dice un personaje de Memorial del convento, de Saramago. No en el espacio ni el mundo del pop. En realidad, casi en ningún sitio. En ambos, la hija del pastor ya ha tocado el cielo.
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