Opinión

Un Gobierno de patio de luces

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / EFE

El día del apagón, el silencio del Gobierno resultó ensordecedor. El amado líder, el plenipotenciario, compareció cinco horas y media después de que España quedara huérfana de energía eléctrica, sin saber si se trataba de un ataque preventivo de lo que un día fue la URSS, la consecuencia de una inesperada alerta climatológica o el alarmante “apaga y vámonos” de un técnico despistado al tanto de la red eléctrica.

Sánchez salió a hablar para no decir nada. Si pretendió tranquilizar, consiguió el efecto contrario: encender las luces de emergencia de la ciudadanía al asegurar que no se descartaba ninguna hipótesis. Y como es costumbre en él, que ha convertido la frase en mantra, el jefe de la tribu pidió no atender a bulos. O sea, que no cayera la población en el error de pensar que la luz se había ido por culpa de tanto enchufe en empresas públicas para colocar a las sobrinas de Ábalos. Rogar que no se utilizara el móvil ni el transporte privado resultaba una obviedad. Para encadenar chorradas mejor hubiera salido a la palestra el ministro Puente. O la portavoz de este gabinete en penumbra de patio de luces.

Estas cosas ocurren cuando a un presidente del Gobierno solo se le enciende la bombilla para hacer de Maquiavelo. O cuando el sistema eléctrico de un país que ha caído de golpe en brazos de la renovables se encuentra a años luz de resultar fiable. Así, para procurar el encendido hubo que recuperar a contrarreloj las tecnologías tradicionales, o sea, el agua el gas y las nucleares, para paliar los contratiempos de un mercado diseñado para alimentarse del sol y del viento. Queremos ser los más verdes y no hemos aprendido ni siquiera a regar las plantas (solares).

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