Opinión

Un momento de relax

La parte positiva del gran apagón

En los años setenta, cuando estudiaba la carrera en La La Laguna, Tenerife, era frecuente que se fuera la luz, momento que aprovechaba para abandonar los deberes y largar a cualquier fiesta en Tacoronte o en el Puerto de la Cruz. A eso me recordó este ciberapagón que me sorprendió ayer en mi casa, en Oviedo. ¿Qué hago? Salí de casa, salté la reja, que no abría, y me fui hasta la plaza de Porlier a tomar un vino o tres, aunque en un momento dado dejaron de servirme vino, porque no funcionaba el lavavajillas para lavar las copas.

Sólo me ofrecían cerveza en botellín, algo que prohíbe mi índice del ácido úrico. Finalmente, pedí una botella de prieto picudo, para beber por todo el morro, y jamón, pedí jamón, que no necesita luz, sólo un cuchillo, y ansiedad, que me sobra, y ahí, en una servilleta de papel, con el bolígrafo del camarero, escribí esta necrológica en la dudosa luz del día. En resumidas: hace cincuenta años que no mando a tomar vientos mis obligaciones, bendito apagón. Eso sí, jamás renuncio a mis devociones.

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