Opinión

El debate energético

El debate sobre la prórroga de las centrales nucleares ha vuelto a reabrirse tras el gran apagón, atribuido por el momento a la inestabilidad de la red y a un modelo energético supuestamente descompensado. Francia está contribuyendo a ello al difundir que una caída eléctrica como la del pasado lunes es bastante más improbable en su territorio que en España gracias a la presencia de la energía nuclear, una fuente que facilita mucho más el control ante esta clase de situaciones. Alemania ha presumido, a su vez, de una estructura redundante que permite que una conexión reemplace a otra cuando falla. Los dos países se apuntan el tanto de haber jugado un papel decisivo para que la recuperación del sistema español haya sido más rápida gracias a las interconexiones de sus operadores de red. No sabemos, por tanto, a qué se refiere Sánchez cuando asegura que durante la crisis, las nucleares que aún funcionan en este país han sido más el problema que la solución. Ideologías a un lado, el presidente del Gobierno no ha sido suficientemente explícito.

Francia obtiene más del 60 por ciento de su energía de la vía nuclear, mientras que España cuenta con cinco centrales activas que contribuyen con un 20 por ciento y permanecen bajo la amenaza de cierre. El riesgo de desastre ha sido el argumento esgrimido hasta ahora para oponerse a un tipo de energía eficiente y barata, cuando de las tres grandes catástrofes nucleares de la historia una de ellas, Chernóbil, en los años ochenta, se produjo debido al error humano, y la segunda, Fukushima, estuvo precedida de un terremoto y un tsunami. En Three Mile Island se evitaron los daños gracias a las medidas de seguridad.

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