Blackout: ni un paso atrás en la transición energética

El pasado 28 de abril asistimos a un hecho sin precedentes en la historia reciente de nuestro sistema eléctrico: un apagón total de la red eléctrica peninsular. Nunca antes habíamos visto una desconexión de tal magnitud, y es natural que este suceso haya generado preocupación y múltiples preguntas. Ahora corresponde a los expertos –Red Eléctrica de España (REE) y las autoridades competentes– analizar con rigor lo ocurrido y explicarlo sin dejarse arrastrar por la crispación política.

Como profesional del sector de las energías renovables, considero imprescindible que este episodio no se convierta en un motivo para sembrar dudas sobre el modelo energético que estamos construyendo. Al contrario: debemos reforzar nuestra apuesta por la transición energética, por las fuentes limpias y, muy particularmente, por la energía solar fotovoltaica, que es y seguirá siendo uno de los pilares fundamentales del sistema.

España cuenta con un recurso solar excepcional, que debe ser motor de atracción de actividad industrial dado el bajo coste que tiene esta energía, y una ciudadanía que respalda mayoritariamente este cambio. La energía solar es limpia, competitiva y descentralizada; genera electricidad cerca de los puntos de consumo y reduce pérdidas en el transporte. Es parte de la solución, no del problema. Lo que necesitamos no es frenar la transición, sino dotarla de las infraestructuras y herramientas que la hagan robusta y segura.

Para integrar con éxito grandes volúmenes de renovables, el sistema eléctrico demanda una modernización profunda. No basta con gestionar lo existente: hemos de anticiparnos a lo que viene. Hacen falta más capacidad de respuesta, más inteligencia de red y, sobre todo, más almacenamiento. Aquí, los sistemas de baterías a gran escala (BESS) juegan un papel determinante, no son un mero complemento, sino una pieza estructural del nuevo modelo. Permiten estabilizar la red, suavizar picos de demanda y optimizar el aprovechamiento de la generación solar en horas de baja demanda. Así, la fotovoltaica refuerza la estabilidad, en lugar de comprometerla.

Tanto la energía solar fotovoltaica, como el bombeo hidroeléctrico y otras tecnologías renovables, deben integrarse en una estrategia ambiciosa. REE, como operador, no puede limitarse a actuar de forma reactiva, corrigiendo cuando surgen problemas. Tal y como reclaman ya numerosas voces, ha de liderar la transformación con un enfoque proactivo, desplegando con urgencia las soluciones ya disponibles.

En lugar de cuestionar las renovables, aprovechemos este blackout como una llamada de atención para aprender y fortalecer nuestra estrategia energética. Este evento no debe convertirse en un argumento contra la transición, sino una señal de que debemos acelerar su ejecución, dotándola de los medios técnicos y regulatorios adecuados.

El futuro energético de España no puede edificarse desde el miedo sino desde la convicción. Y la energía solar seguirá siendo una de nuestras mejores aliadas para alcanzarlo.

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