El león de la "Rerum Novarum"

La elección del nombre de un Papa no es cuestión baladí. Que el cardenal Prevost haya decidido nominarse León remite sin lugar a dudas al autor de la encíclica "Rerum Novarum", el documento que marca el nacimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. "No se ha de pensar que todos los desvelos de la Iglesia están tan fijos en el cuidado de las almas que se olvide de lo que atañe a la vida mortal y terrena. En relación con los proletarios, quiere y se esfuerza en que salgan de su misérrimo estado y logren una mejor situación". Una notable declaración de intenciones de León XIII en una época tan convulsa y confusa –o más– que la nuestra.

El 15 de mayo de 1891, el citado Papa publicó la carta que iba a involucrar a los cristianos en la defensa de la situación de los obreros, de los desheredados de la Revolución industrial. La oportuna reflexión papal venía a cuento del "cambio operado en las relaciones mutuas de patrones y obreros, la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría". Así, León XIII advierte: "Tengan presente los ricos y los patronos que oprimir para su lucro a los necesitados y a los desvalidos y buscar su ganancia en la pobreza ajena no lo permiten ni las leyes divinas ni las humanas. Y defraudar a alguien en el salario debido es un gran crimen".

La "Rerum Novarum" era la respuesta de la Iglesia, largamente esperada, a los acontecimientos de la época, que iban a dar pie años después a la lucha de clases y a regímenes políticos que preconizarían la dictadura del proletariado. León XIII defiende en su encíclica la propiedad privada, pero advierte de la amoralidad de la riqueza excesiva. Se opone al socialismo y a su afán de dejar en manos del Estado todos los medios de producción, pero se posiciona también contra el liberalismo despiadado. Reclama el Papa una legislación que proteja a los trabajadores, a los que reconoce el derecho a la libre asociación. Considera que es "verdad incuestionable que la riqueza nacional procede del trabajo de los obreros".

Conviene recordar también, en épocas como la nuestra de agresiones e invasores, que el primer papa León, apodado el Grande, que hizo el número 45 de los sumos pontífices y del que Benedicto XVI dijo que su papado había sido "sin duda uno de los más importantes en la historia de la Iglesia", convenció a Atila el huno en el año 452 de que desistiera de invadir Roma. Doctor de la Iglesia, su aportación teológica fue clave para los debates del Concilio de Calcedonia, en el que se aclaró el ser de Cristo como la unión de dos naturalezas, la divina y la humana, en una sola persona.

Corazón de león habrá de derrochar el neófito León XIV para gobernar con firmeza la barca de Pedro en un momento de fuertes marejadas, en el que el listado de los pobres alcanza ya a amplias capas de lo que fue hasta hace unos pocos años la clase media, cada vez más alejada de la Iglesia. Una época en la que, corrigiendo un poco a Monterroso, "los ricos son cada vez más ricos; los pobres, más pobres, y la munición más abundante". Y los curas, cada vez más escasos para tanta grey.

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