Opinión

El nuevo Papa

Hay nuevo Papa. Estadounidense, también progresista tengo entendido. Además de humilde y cercano, como coinciden en señalar los que se han aproximado alguna vez a él o lo conocen de algo. Un nuevo líder de consenso entre la espiritualidad franciscana –Prevost es agustino– y la Curia. No pretendo ser irreverente precisamente en un contexto en el que tanto ofende la irreverencia, pero sospecho que papa y progresista, si no es un oxímoron, encierra ciertas contradicciones debido a la propia doctrina católica y los hechos conformados alrededor de su Iglesia durante la Historia. Aunque cada cual puede pensar lo que quiera y creer lo que le dé la gana. Y en la cabeza de cualquier creyente está encontrarle al Sumo Pontífice una razón terrenal, no digo ya en la de los vaticanistas o en los análisis periodísticos habituales, en los que León XIV empieza a emerger, por poner un ejemplo, como un dique frente a Trump por sus críticas al vicepresidente Vance. Quisiéramos verlo. En definitiva estamos, dicen, ante un Papa para todos que tenderá puentes al diálogo y la paz en un mundo peligroso en plena decadencia moral. Imagínense por un momento lo contrario: un Papa clamando por la guerra.

Sucede que el mensaje transmitido por los medios sobre el padre de la Iglesia Católica pastor de almas no interesa ni vende de la misma manera que el de Francisco o León XIV como líderes mundiales supuestamente comprometidos con el reformismo social, cuando su propia institución es incapaz de liberarse del conservadurismo. Siendo una humilde víctima más de eso que llaman la suspensión del juicio, serán otros los que me expliquen hasta dónde alcanzará esta vez el progresismo del nuevo Papa.

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