Opinión

Primerísima impresión

Vestido de príncipe de la Iglesia en modo Papa, las manos enlazadas ante el pecho, sale sin aparente impostación al balcón del escenario central del orbe, tallado en piedra para ello. Sonríe levemente, con gesto contenido y sereno: evita mostrar la emoción, apenas se nota que traga saliva. La mirada firme y penetrante -bajo una frente alta y despejada- trasluce inteligencia fuera de lo común. El porte evoca a Pío XII, a Pablo VI y a un CEO de multinacional. En la nariz, justa de tamaño, hay algo de ave de cetrería o de búho. El mentón poderoso sugiere carácter y sentido de la autoridad. Domina la escena sin mostrar afán de dominación. Acostumbrado a dirigir mandando solo lo justo, sabe que la soberbia es el peor pecado y la evita. No ignora que realzarse cuando no hace falta te rebaja. Quizás también sepa que vales lo que renuncias. ¿Está en paz o es formidable su autodominio?

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