Opinión
Byung-Chul Han, filósofo de la sociedad neoliberal y sus patologías
Marino Pérez Álvarez es miembro de la Academia de Psicología de España. Su último libro es "La sociedad vulnerable"
Byung-Chul Han, flamante premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades de 2025, es uno de los filósofos actuales más famosos, reconocido por sus análisis de la sociedad neoliberal y digital en la que estamos. Tras abandonar sus estudios de metalurgia en Corea, donde nació en 1959, fue a Alemania con el propósito de estudiar literatura. Lo que estudió finalmente fue filosofía incluida una tesis sobre Heidegger. Desde 2010 es profesor de filosofía y estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Es autor de más de treinta libros, la mayoría traducidos al español y otros idiomas.
Diagnóstico de la sociedad
Sus análisis suponen un diagnóstico de la sociedad actual. Así, sus libros tienen títulos como "La sociedad del cansancio" (2010), donde muestra que el funcionamiento de la sociedad neoliberal implica patologías como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el síndrome del agotamiento o burnout. En "La sociedad de la transparencia" (2013) muestra que la coacción para la transparencia de modo que todo sea positivo, políticamente correcto y aparentemente amable nos nivela hasta hacernos elementos funcionales de un sistema. La sociedad de la transparencia es en realidad una sociedad de la desconfianza y de la sospecha. En "La sociedad paliativa" (2021) se pone en relación la fobia al dolor (¿quién está sin algún dolor?) y la intolerancia al sufrimiento (por más que es inherente a la vida) con la ideología del bienestar y la industria farmacéutica (la crisis de los opiáceos, etc.). Ciudadanos anestesiados convertidos en consumidores de psicofármacos son perfectos para el statu quo y gobiernos de turno. Una sociedad paliativa es una democracia sedada.
Muchos otros libros se centran en aspectos concretos como el sometimiento voluntario ("Psicopolítica", 2014), nuestra conversión en cazadores-recolectores de información en las redes sociales ("En el enjambre", 2014), la exhibición del sexo y el erotismo sin misterio ni rituales ("La agonía del Eros", 2014), nuevas formas de violencia incluida la opresión debida a la libertad ("Topología de la violencia", 2016), el turista cultural devenido cult-tour visitante de sitios instagrameables ("Hiperculturalidad", 2018), la presión para ser tú mismo ("La desaparición de los rituales", 2020), la digitalización y crisis de la democracia ("Infocracia", 2022), lo moda storytelling ("La crisis de la narración", 2023), el elogio de la inactividad ("La vida contemplativa", 2023) y, en fin, la esperanza contra la sociedad del miedo ("El espíritu de la esperanza", 2024).
Libros breves para leer despacio
Sus libros son breves –en torno cien páginas–, lo que sin duda contribuye el éxito editorial, pero no para leer de corrido. Sus frases concisas, sutiles distinciones entre conceptos parecidos (cansancio agotador y curativo, cercanía y ausencia de distancia, esperanza y optimismo) y aparentes paradojas como la positividad dañina y la saludable negatividad), requieren detenerse y repensar. Son de apreciar sus audaces metáforas para captar aspectos de nuestro tiempo. Así por ejemplo dice Han: "El smartphone se ha establecido como devocionario del régimen neoliberal. Como aparato de sumisión, se asemeja al rosario, que es tan móvil y manejable como el gadget digital. El like es el amén digital. Cuando damos al botón de ‘me gusta’, nos sometemos al aparato de la dominación" ("No-cosas", 2021). O hablando de los influencers, los compara con salvadores y a sus seguidores con participantes de una eucaristía digital ("Infocracia", 2021).
Los libros de Han son variaciones de dos tema o ideas-fuerza relacionadas: la autoexplotación de sí mismo hasta el agotamiento a la que lleva el capitalismo neoliberal y la pérdida del otro en las relaciones, cada uno atrapado en su ego, a lo que llevan las redes sociales.
La explotación de sí mismo
En relación con la autoexplotación, hay que decir que ya no estamos en una sociedad disciplinaria coercitiva, con explotadores ahí a la vista. Ahora son los propios individuos los que se disciplinan y explotan a sí mismos con particular empeño en optimización personal. La optimización personal –dice Han– representa una nueva subjetivación y dominación semejante a la introspección y examen de la religión protestante. En lugar de buscar pecados se buscan pensamientos negativos. El nuevo evangelio es el rendimiento y la optimización. Después de todo, la sociedad neoliberal no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones y opresiones. Ahí tienes los gimnasios llenos de gente libremente esforzada, tal parecieran galeotes condenados a remar en las galeras (no sé si Han suscribiría esta imagen). La dialéctica del amo y el esclavo –dice– no conduce a una sociedad libre, sino a una en la que el amo mismo se ha convertido. Esclavo del trabajo, del rendimiento, del consumo, de la optimización y de divertirse sin parar. Cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados. Incluidos los turistas con tantos sitios que fotografiar y donde hacer selfis y subirlo todo. "La autoexplotación –dice Han– es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad" ("La sociedad del cansancio", 2010).
La pérdida del otro
En relación con la pérdida del otro, las redes sociales establecen contactos, pero no relaciones propiamente. Eliminan la distancia, pero al mismo tiempo destruye la cercanía y la amistad. El otro desaparece en tanto es usado como público, seguidor y proveedor de likes. Incluso es objeto de envidia. La envidia, no se olvide, es el pecado capital de las redes sociales. No interesa nada de los demás que no sea positivo. Nada de "negatividad". Todo positivo, filtrado, impresionante, y falso. La manía de los selfis es solo un ejemplo. Por más que se hagan con aparente desdén e ironía, los selfis epitomizan este uso de los demás como público y revelan el propio vacío narcisista. Como dice Han: "Vivimos en una sociedad que se hace cada vez más narcisista. La libido se invierte sobre todo en la propia subjetividad. El narcisismo no es ningún amor propio. El sujeto del amor propio emprende una delimitación negativa frente al otro, a favor de sí mismo. En cambio, el sujeto narcisista no puede fijar claramente sus límites. De esta forma, se diluye el límite entre él y el otro. El mundo se le presenta solo como proyecciones de sí mismo. No es capaz de conocer al otro en su alteridad y de reconocerlo en esta alteridad" ("La agonía del Eros", 2014).
Al final, esta sociedad neoliberal y digital, de acuerdo con su optimo funcionamiento, llevaría, según Han, a la explotación voluntaria de sí mismo y a la pérdida del otro cada uno en su burbuja narcisista. Donde estamos. Una sociedad pletórica que hace vulnerables a los individuos.
Esperanza o tocar fondo
Dentro del pesimismo –bien informado– de Han a lo largo de sus numerosos libros, en los últimos salen a relucir sus ribetes budistas coreanos, románticos por los que fue a Alemania a estudiar literatura y católicos confesos. Así, en sus últimos libros traducidos nos habla de esperanza ("El espíritu de la esperanza", 2024; "La tonalidad del pensamiento", 2024). La esperanza –como dice– no es lo mismo que optimismo. Esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo salga. La esperanza es un estado de ánimo que tiene que ver más con la fe que con cualquier acción política o individual. Como dice: "La esperanza no saca sus fuerzas de la inmanencia del yo". "La esperanza no espera ningún suceso intramundano". "La esperanza es un estado de ánimo mesiánico".
Después de todo, el capitalismo neoliberal puede estar tranquilo con críticos como Han y alternativas como las que propone. Aunque tiene toda la razón en el diagnóstico de la sociedad neoliberal y son admirables sus análisis, amén de certeros, no deja de decepcionar su ingenuidad. Por no decir que su alternativa parece involuntariamente "colaboracionista" con el sistema que detesta y refuta. Ciertamente, Han permanece "retirado" de las pompas del mundo en su jardín y piano. Acaso una vida contemplativa que él se puede permitir. La cierto es que después de Han, todavía es más fácil de imaginar –si cabe–el fin del mundo que el fin del capitalismo.
Para cambiar algo quizá sea necesario tocar fondo o, como dice Álvaro Pombo en su discurso de entrega del Premio Cervantes de 2024, titulado ·Una fenomenología de la fragilidad", es muy posible que "para superar la fragilidad, tengamos todos que llegar a la profundidad y a la pobreza. Ahí se desharán los encantamientos".
Suscríbete para seguir leyendo
- Fernando Alonso emite un comunicado en sus redes tras sufrir una dura pérdida: 'Descansa en paz, hermano
- Ya hay fecha (aunque aproximada) para la construcción de una nueva carretera paralela a la margen derecha de la ría de Avilés
- Esta es la histórica sidrería de Villaviciosa que reabre sus puertas y ha recibido un regalo especial de los llagares de la comarca
- Bombazo, La familia de la tele salta al sábado y competirá contra Fiesta
- La surfista gijonesa Lucía Martiño anuncia que su prometido la deja tres meses después de pedirle matrimonio
- Las últimas noticias que se tuvieron del cuerpo momificado en un aparcamiento de Oviedo: era un excamionero de 66 años
- Cuando el Papa estuvo en los Picos de Europa: se quedó a dos kilómetros de pisar tierras asturianas
- Susto en el centro de Gijón: se desprende el techo próximo a una conocida chocolatería