Opinión

La primavera sigue floreciendo

Una declaración de fe en el Espíritu Santo y de confianza en el carisma de León XIV

Sí, quiero decirlo claro y alto. Ya creía en Él, pero después del conclave, mi fe se ha visto reforzada.

La verdad es que fuimos muchos los que rezamos para que el Espíritu Santo iluminara a los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina.

En un colegio mayor de Madrid, se organizó una actividad a la que llamaron "Adopta a un cardenal". La operación consistía en que en unos papelitos fueron escritos los nombres de los 133 cardenales. Las colegialas elegían al azar uno de ellos, y tenían como misión rezar por el cardenal que les había tocado, no para que resultara elegido, sino para que fuese permeable a la acción del Espíritu Santo.

Como decía el cardenal don Ángel Fernández Artime: "Yo creo que realmente el Señor, a través de la mediación humana que somos nosotros, queriendo hacer las cosas con honestidad y desde la fe, nos ha llevado a ofrecer a la Iglesia y al mundo la figura del Papa León XIV".

Sin duda, las congregaciones fueron muy importantes, pero el Señor les ayudó, porque analizándolo desde la mundanidad en la que vivimos parece imposible poner de acuerdo a casi cien personas para que voten lo mismo. Pero ha sucedido y León XIV es el cuarto Papa del siglo XXI.

Un Papa, León XIV, cuyas primeras palabras nos han llenado de esperanza: "Paz, encuentro, sinodalidad… Dios nos ama a todos".

Hermosas palabras, a las que él ha dado contenido en su labor misionera, abrazando a todos y haciendo suyos los problemas y penalidades de sus semejantes. Su cariñoso saludo para la diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde fue obispo durante varios años, nos hablan de su talante.

La imagen de León XIV ante la tumba de Papa Francisco fue en verdad emocionante.

Es el primer Papa estadounidense. Hijo de emigrantes de origen español y francés y es el tercer Papa perteneciente a la orden de San Agustín, fundada en el siglo XIII, precisamente por un pontífice, el Papa Inocencio IV. También Lutero era agustino, nos recordó el cardenal Müller: "Esperamos que el nuevo Papa, que también es monje agustino como Lutero, colabore 500 años después en la superación de las divisiones en la cristiandad", apuntó el teólogo alemán.

La labor misionera de Robert Francis Prevost Martínez se desarrolló preferentemente en Perú y desde 2014 es obispo de Chiclayo.

Nombrado cardenal por el Papa Francisco en 2023 y colaborador directo suyo como Prefecto del Dicasterio de los obispos, el cardenal Robert Francis Prevost Martínez, ha mostrado su firmeza en el tema de la pederastia, al disolver el Sodalicio.

El nuevo Papa reúne facetas tan interesantes en su biografía, que nos hacen mirar ilusionados su pontificado.

Y otro dato que nos hace sentir esperanzados es la elección del nombre, León, que inevitablemente nos lleva a pensar en la figura de su antecesor, León XIII, el Papa franciscano que a finales del siglo XIX abrió la iglesia a la modernidad. Se preocupó del mundo del trabajo, apoyó a los sindicatos frente a la revolución industrial y escribió la encíclica social "Rerum Novarum".

No se necesita mucha perspicacia para observar, revisando muchas de sus intervenciones, y teniendo en cuenta las diversas opiniones de personas que le conocen, que León XIV, es una persona sencilla y dialogante. Que quiere una iglesia misionera. Una Iglesia que construya puentes. Una Iglesia abierta a recibir a todos los que lo necesiten.

Según sus propias palabras, en la homilía de la primera misa en la Capilla Paulina a los cardenales que le eligieron, dijo: "Que esta Iglesia sea cada vez más la ciudad puesta sobre el monte, arca de salvación que navega a través de las mareas de la historia, faro que ilumina las noches del mundo. Y esto no tanto gracias a la magnificencia de sus estructuras y a la grandiosidad de sus construcciones –como los monumentos en los que nos encontramos–, sino por la santidad de sus miembros, de ese ‘pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz’".

También en su homilía, León XIV nos animó a ser valientes en un mundo en el que creer en el Evangelio es considerado una pérdida de tiempo. Nuestro testimonio es necesario ya que: "… la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad".

Gracias, León XIV, por tu vida, por tu ejemplo. Por ser nuestro pastor, y por recordarnos que podemos contribuir a la recuperación, en nuestra sociedad, de esos referentes morales que emanan del Evangelio.

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