Opinión

Mientras el rey Mauregato descansaba en la Babia, otros gobernaban el reino de Asturias

Reflexiones tras la reforma de la fiscalidad asturiana

En LA NUEVA ESPAÑA leemos la comunicación del señor presidente del Principado en la que nos transmitió las modificaciones en la fiscalidad asturiana. Nos dijo que el tipo impositivo mínimo baja del 10% al 9%. A la vez que las rentas por encima de los 175.000 euros pasarán de un tipo del 25,5% al 26%. Por otra parte, y de acuerdo con la lógica, el Principado sube el 0,7% a la clase media para igualar la aportación de los que ganen entre 33.007 y 53.407 euros. Ello, unido a la sobreimposición derivada de no deflactar las tasas con las subidas del IPC, obedece a la estrategia de buscar el equilibrio social mediante el método de igualar entre los pobres y los más pobres, tras la desaparición de los más ricos que, desde hace un tiempo se van a vivir fuera, en lugar de abordar las acciones para conseguir un bienestar nacido de ofertas, racionales y creíbles, dirigidas a buscar una sociedad en donde se cree trabajo y no ayudas para los parados y necesitados.

No vamos a entrar en un análisis de ello, sino a preguntar acerca de si el modelo que aplica nuestro gobierno de coalición es el del PSOE o el de Convocatoria-IU.

Nuestra pregunta se deriva de que esta vía fiscal fue anunciada por Ovidio Zapico cuando, el pasado diciembre, habló sobre la evolución del gobierno y la línea futura que iba a seguir. Su estrategia impositiva la concretó en unas declaraciones en LA NUEVA ESPAÑA en las que definió el camino. Allí transmitió su propuesta de un nuevo escenario para Asturias, el cual supone un importante cambio de rumbo con respecto al actual: en cuanto a la fiscalidad decía que su prioridad era una progresiva, a lo que se comprometía para beneficiar a la mayoría social. Añadió que en poco tiempo anunciaría un acuerdo con el PSOE. Lo reafirmó al decir que la vía fiscal asturiana llevaría el sello de IU.

En aquellas declaraciones nos transmitió lo que resumimos así:

–Una política de vivienda dirigida a garantizar ese derecho básico a los ciudadanos y protagonizada por las administraciones, con unos agentes privados subordinados tras erradicar el, protagonismo del mercado.

–Impedir en Asturias la existencia de la sanidad y la universidad privadas y en consecuencia luchar contra la implantación de las iniciativas en marcha.

–Desarrollar un pacto por el Medio Rural de carácter reformista.

–Dar un nuevo enfoque a los instrumentos de política industrial y comercial, lo que supone modificar el modelo de gestión vigente

–Establecer una política energética que impida el expolio de territorios o la extracción de beneficios por parte de los sectores empresariales.

En síntesis, plantar cara a los intereses privados, así como luchar para evitar gobiernos reaccionarios como los de otras comunidades autónomas.

Lo sucedido durante estos meses muestra que lo prometido se está cumpliendo. Tanto en la vivienda, cómo en la evolución de las solicitudes de iniciativa privada en enseñanza y sanidad, como en la parálisis de las iniciativas energéticas. O en el domesticar a la Consejería de Transición Ecológica e Industria lo que (sin entrar en el desagradable y vidrioso asunto de fondo pues ello daría lugar a otro artículo) ha cristalizado (no sabemos si ese era el deseo exacto de IU o simplemente era que siguiese pero sometida a los condicionantes estratégicos fijados por la Consejería de Oración del Territorio) en que sus competencias ambientales pasan a otra consejería y en que las industriales y de comercio se subordinan a las de ciencia en un sector en el que, además de la integración de la cadena ciencia-innovación-industria, se deben resolver los retos inherentes a una vieja región industrial de la que no se puede hacer tabla rasa. El futuro de nuestra industria no está solo en la ecuación de primer grado investigación, innovación, industria naciente e industria fuerte, resiliente y competitiva, sino también en gestionar la industria existente para hacerla luchar en un mercado en el que hay que vencer por calidad y no por tirar los precios. De la solución adoptada se deriva la impresión de que el alma que quiere la industrialización ha sido derrotada por la que quiere el pasado, lo que se enmascara en el mantra de vamos a hacerlo de una manera correcta: y la manera correcta es poner condicionantes que hacen imposible avanzar.

Esta decisión fiscal culmina el proceso más arriba descrito. Del conjunto se deduce que, si gobernar es discernir, a continuación, decidir y después controlar que se realiza lo proyectado, se pude considerar que en Asturias gobierna el señor Zapico. Como cuando lo comentamos en enero fue acogido con escepticismo, después de decir "eppur si muove", matizamos que no afirmamos que ello sea así, pero sí que al falsear los hechos de acuerdo con el principio de Karl Popper eso parece.

Todo lo propugnado se enmarca en una propuesta coherente cerrada y expresada con claridad que recupera un concepto muy antiguo y aún vigente en unos pocos países: el del control público de las relaciones de producción.

Cabe la duda de si esta política de igualar, sin producir ni innovar ,y, a la vez, congelar el paisaje para reconducirlo hacia un cierto pasado generará la riqueza suficiente para crear una sociedad más próspera y también más equilibrada socialmente. No la valoramos. Asó como tampoco la alternativa, que diariamente anuncia el PSOE, pues son los asturianos los que deben decidir si ese paradigma nos llevará a la cabeza del mundo o acelerará nuestra distancia con respecto al resto de España. Ese dilema lo resolverán los humanos con sus votos, o con los pies, pues estamos en la Unión Europea, espacio físicamente abierto y con libre movilidad.

Nos imaginamos también que Asturias creará una nueva vía pues la del comunismo chino (totalitario y tiránico en cuanto a las libertades y derechos humanos) va en sentido contrario y lo que dan de sí Cuba y Venezuela lo conocemos todos.

Dicho lo anterior y desde nuestro acatamiento a nuestro gobierno subjetivamente propugnamos otro camino hacia la Nueva Frontera pues, desde el optimismo y la fe en el ser humano, queremos una Asturias diferente, centrada en la libertad, la apertura al mundo, la educación, la inversión y la competitividad indispensables para tener los medios necesarios para innovar.

Insistimos más al decir que la libertad es el cimiento de todo y que sobre ella se debe construir tras eliminar de los estorbos, superar los obstáculos y crear los medios para alcanzar el progreso de Asturias.

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