Opinión

Extrema celeridad extremeña

No hace falta poseer ojo de halcón para percibir un cegador enchufismo en el caso del hermano de Pedro Sánchez. Otra cosa, sin embargo, es saber si el delito que le corresponde a una conducta tan sospechosamente nepotista como esta es el de prevaricación o si verdaderamente se podrá probar que ha existido el tráfico de influencias, las dos acusaciones que pesan sobre él y el líder de los socialistas extremeños. Para averiguarlo habrá que esperar al juicio oral. Mientras tanto, viva la presunción de inocencia.

La juez instructora, dicen algunos, ha actuado con celeridad, pero no tanto como Miguel Ángel Gallardo, que viéndolas venir se ha apresurado a buscar su aforamiento. Los socialistas creen que es suficiente haber recogido el acta de diputado sin haber prometido o jurado el cargo para que a Gallardo lo juzgue el Tribunal Superior de Justicia en vez de la Audiencia Provincial. Las prisas, dadas las circunstancias, impiden que el que supuestamente fabricó el puesto a la medida del hermanísimo se entretenga ahora dudando. Siendo consciente como ha reconocido de que el aforamiento le va a beneficiar, sus problemas son menores.

Tampoco ha sido un problema para la juez abrir el juicio oral estando pendientes aún de resolverse los recursos planteados por los abogados. No tenía necesidad ni obligación de hacerlo, ya que el procedimiento no se interrumpe. Puede que haya habido prisas en todo y por parte de todos, empezando por las del que, con el agua al cuello, busca aforarse para obtener privilegios dejando atrás a unos cuantos compañeros de partido. Gallardo ha dicho que quiere volver a ser diputado para contrarrestar en la Asamblea a María Guardiola. Pues sí que está para contrarrestar dado su prestigio en las últimas horas. n

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