Opinión
Una historia sin propósito, pero con sentido
Han pasado miles de millones de años desde que cuatro elementos químicos básicos se combinaron para dar lugar al código de la vida, que comenzó a organizarse con un único objetivo: permanecer
Antonio Rosas es profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y José Julián Rodríguez Reguero es médico y consultor en salud cardíaca
La formulación de la teoría de la evolución por Charles Darwin, hace poco más de un siglo y medio, marcó un hito fundamental en la comprensión del desarrollo de la vida en la Tierra. Sin embargo, a pesar de haber resistido todos los embates provenientes de distintos ámbitos –tanto culturales y religiosos como científicos–, la evolución sigue sujeta, en ciertos contextos, a cuestionamientos ideológicos. El biólogo y paleontólogo Antonio Rosas y el cardiólogo José Julián Rodríguez Reguero, que firman este artículo, quieren contribuir a que esta teoría científica de primer orden ocupe el lugar privilegiado que le corresponde en el conocimiento de las sociedades contemporáneas. Este es el primero de una serie de textos que bajo el epígrafe "En defensa de la evolución" han preparado para ello.
A lo largo del tiempo, la humanidad ha buscado respuestas sobre el origen de la vida, de las especies y de sí misma. Esas preguntas impulsaron mitos y religiones, pero también dieron lugar a una revolución científica: la comprensión de que la vida en la Tierra ha cambiado con el tiempo a través de procesos naturales. La teoría de la evolución transformó nuestra visión del mundo, mostrando que no hay un diseño fijo ni un destino marcado, sino una historia compartida entre todos los seres vivos.
Durante miles de años, el Homo sapiens se dispersó por la Tierra, acumulando nuevas experiencias y observando que la naturaleza parecía regirse por leyes inmutables. Los ciclos se repetían una y otra vez –el día y la noche, las estaciones, los nacimientos y las muertes–, y las generaciones humanas tendían a reproducir los patrones de vida de sus antepasados. Fue solo en los últimos milenios cuando los seres humanos comenzaron a cuestionar ese aparente orden fijo de la naturaleza. Al intentar comprender el origen de las cosas, emergió una idea poderosa y transformadora: la noción de que todo, incluida la vida humana, había cambiado con el tiempo. Así nació la idea de la evolución. Pero tuvo que pasar mucho tiempo para descifrar con claridad ese mensaje.
Hace menos de dos siglos, ese pensamiento dio un giro decisivo. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, distintos pensadores comenzaron a observar la naturaleza de manera sistemática y rigurosa, y propusieron una visión radical: las especies estaban conectadas entre sí y se habían diversificado a lo largo del tiempo, formando un gran árbol de la vida. Aunque aún no conocían los mecanismos genéticos, sus observaciones los llevaron a formular la teoría de la selección natural. Esta sostenía que, en un entorno determinado, los organismos mejor adaptados tenían más probabilidades de sobrevivir y dejar descendencia.
Durante mucho tiempo se creyó que el ambiente podía cambiar directamente a los seres vivos, ya fueran animales o plantas. Tomemos el ejemplo clásico de las jirafas: según una idea conocida como lamarckismo, en un entorno con árboles muy altos, las jirafas habrían estirado sus cuellos para alcanzar las hojas, y ese rasgo adquirido durante su vida se transmitiría a sus crías. A esto se le llamaba "herencia de los caracteres adquiridos". Sin embargo, la teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin mostró que la naturaleza no funciona así. En realidad, las jirafas ya nacen con pequeñas diferencias naturales entre ellas: algunas tienen el cuello un poco más largo, otras más corto. Estas variaciones, cuando tienen base genética, están presentes desde el nacimiento. En un entorno con árboles altos, las jirafas de cuello más largo tienen una ventaja: pueden alimentarse mejor, sobrevivir más tiempo y dejar más descendencia. Sus crías, al heredar ese rasgo ventajoso, continúan la línea. A lo largo de muchas generaciones, este proceso –conocido como selección natural– hace que la mayoría de las jirafas tengan cuellos largos, porque es esa característica la que mejor se adapta al ambiente. Un ejemplo similar puede verse en los conejos. Imaginemos un grupo que vive en una zona donde el clima cambia y comienza a nevar con frecuencia. Algunos conejos nacen con pelaje más blanco, otros más gris. Aquellos que, por una mutación genética, tienen el pelaje blanco se camuflan mejor en la nieve, evitando a los depredadores con más éxito. Como resultado, sobreviven más, tienen más crías y transmiten esos genes. Con el paso del tiempo, la mayoría de los conejos en esa región tendrán pelaje blanco.
La teoría de la evolución, aunque sigue desarrollándose científicamente debido a la enorme complejidad del fenómeno de la vida, ha sido respaldada por avances en múltiples campos del conocimiento: desde la biología y la botánica hasta la paleontología y la genética molecular. Esta acumulación de evidencias ha consolidado su validez universal para todas las especies, descartando la idea de un propósito final predeterminado que culmine en la aparición del ser humano. Han pasado miles de millones de años desde que cuatro elementos químicos básicos se combinaron para dar lugar al código de la vida, inscrito en moléculas que el investigador Carlos López Otín ha descrito como compuestas por "cuatro letras". A partir de ese momento fundacional, la vida comenzó a organizarse con un único objetivo: permanecer. Primero surgieron unidades simples, como la célula; luego, organismos pluricelulares más complejos; y, con el tiempo, la biodiversidad extraordinaria que conocemos hoy, incluida nuestra propia especie: Homo sapiens.
Suscríbete para seguir leyendo
- El drama de dos jóvenes emprendedores asturianos: denuncian que Carreteras les prohíbe el acceso al negocio que compraron, abierto en 1977
- Un desfile de Primera por todo Oviedo: horario y recorrido para celebrar que ¡Volvimos!
- Lisci lamenta haberse quedado a un paso del ascenso: 'Es mejor que no hable, ¿cuándo entra el VAR?
- El ganado se muere de sed', el clamor de los ganaderos contra el parque nacional por incumplir su promesa de llevar agua a la majada de Amuesa
- El verano empieza con un baño azul en la plaza de América: así fue la celebración del ascenso del Oviedo a Primera
- EN DIRECTO: Locura azul en el recibimiento al autobús del Real Oviedo antes de la final del play-off
- El nieto de Carlos Tartiere, tras el ascenso del Oviedo a Primera: 'Mi abuelo estará ahora emocionado en el cielo
- Una incidencia en las oposiciones de Secundaria pone en riesgo una de las pruebas: este es el tribunal afectado