Opinión

Populismo y mala educación

Musk y Trump se han peleado y ya tardaban. Choque de egos superlativos para quebranto mundial. Uno llama loco al otro y el otro abusador al uno. Lo segundo está por demostrar, que los dos parecen tener una mente no sana el mundo lo contempla a diario sin remedio.

Mientras, la vida sigue, pero los enfrentamientos de los dos millonarios no le salen gratis a los que se encuentran a merced de sus vaivenes, caprichos, empecinamientos y obsesiones. Que somos todos. Las bolsas lo padecen y con la inseguridad e incertidumbre económica y jurídica sufren más los pequeños que los fuertes.

Cunde además un modo de hacer político en el que la agresividad verbal, el enfrentamiento, los malos modos y la falta de educación, que exhiben a diario tantos líderes mundiales cuyos nombres me ahorro, se extienden como una asquerosa manta de porquería en lo que antaño fuera la costumbre de guardar las formas o al menos la prudencia en quienes detentaban el poder.

Aquí en casa la televisión misma nos muestra como pantalla pero también espejo de la sociedad que vivimos, el espectáculo de periodistas o lo que sea maleducados, agresivos y sectarios. El último ejemplo, esa tertuliana de TVE que afeaba a Cercas haber blanqueado el catolicismo sin haberse leído siquiera su bellísimo libro. Como ella es atea y él también, a la buena señora le parecía fatal que el escritor hablara bien del Papa. Y esto lo tenemos que sufrir los millones de católicos que también pagamos esa televisión pública a la que exigimos al menos respeto.

Porque como síntoma mucho más grave que el chusco choque Leire Aldama –bajos fondos más malolientes en el maloliente momento de la política española– el populismo grosero llega hasta la conferencia de presidentes, grotesco remedo de un mal hacer político que nunca debería haberse hecho popular. Quien no sepa o no quiera guardar las formas que se quede en casa, que con mayor fuerza se defienden los principios si se conserva la educación y nunca se puede responder a quien se comporta de modo chabacano de la misma manera, pues se pierde la razón.

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