Opinión

La lejana batalla de Los Ángeles

Con el paso del tiempo, si tiene historiadores que lo cuenten. será un símbolo de la derrota de la democracia americana. Una derrota sin batalla posible, dada la diferencia de fuerzas. Como si fuera un cuadro que va tomando los colores que el pintor recoge de su paleta, se va dibujando el rostro del nuevo fascismo, una forma de poder en la que antes o después llegan los uniformes, como su ratio última. No se trata de vencer, su adversario no da para tanto, solo de imponer un miedo paralizante a la resistencia democrática y a las mismas conciencias. Mientras tanto en la lejana Europa, narcotizada por su propio bienestar, vamos abriendo puertas al enemigo interior, un día tratando de entender sus razones, otro dando entrada al poder a los franquiciarios de Trump, otro más haciendo nuestros algunos de sus colores, mientras nos enzarzamos en airadas escaramuzas entre demócratas.

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