Opinión

Adversidades

No hay día sin adversidades para un Gobierno que las colecciona. Al procesamiento del Fiscal General por delito de revelación de secretos y la operación anticorrupción emprendida por el Tribunal Supremo en busca de pruebas sobre adjudicaciones irregulares en la obra pública durante la etapa de José Luis Ábalos, se ha sumado el rechazo de la Comisión Europea a la amnistía de los independentistas condenados por delitos de sedición. Consideran las autoridades de Bruselas que no existe en ella el interés general que tanto se invoca. Esto último es lo que cualquiera observador podría interpretar del perdón concedido a quienes lo exigieron para apoyar la investidura de Sánchez, salvo que el interés general sea que Sánchez gobierne en este país, algo que no pasaba cuando se pactó con los separatistas catalanes y mucho menos ahora, tras siete años de sanchismo, cuando una mayoría social parece estar decididamente en contra del Presidente.

Si el interés general que se aprecia es el de la normalización de las relaciones con el independentismo, para descartarlo solo hay que fijarse en la tensión y los desplantes del partido de Puigdemont, junto con la elevada factura que le está pasando a España económica e institucionalmente la conexión que mantiene a Sánchez en el Gobierno. ¿Dónde está entonces el interés de todos los españoles? Obviamente es la conveniencia de unos cuantos, por eso Bruselas se refiere al perdón de los golpistas catalanes ingeniosamente como "la autoamnistía". Al Constitucional de Conde-Pumpido, antes incluso de deliberar, da la impresión de que le han bajado los pantalones dejándolo medio desnudo.

Ahora bien, pierdan toda esperanza los ansiosos antisanchistas. Si Sánchez tiene una virtud es la de competir. Convierte el muro en un peldaño, parafraseando a Rilke sobre las circunstancias adversas de la vida.

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