Opinión

Detritus

Con la cara más dura que el cemento armado y un calculado fingimiento pidió perdón siete veces sin sentirse responsable por la corrupción que enfanga su entorno. Dijo que no convocará elecciones porque, según él, los escándalos no afectan al Gobierno sino al partido, con dos de sus secretarios y principales colaboradores hasta el cuello de mierda. Bárcenas tampoco era ministro de la Presidencia cuando Pedro Sánchez aseguró, valiéndose de una moción de censura contra Rajoy, que venía a acabar con la corrupción. La corrupción, sabemos ahora, llevaba ya cuatro años ramificándose entre los suyos con Santos Cerdán y Koldo García, que hallaron en Ábalos el complemento ideal. En las primarias socialistas de 2014, Cerdán le pedía a Koldo que metiese dos papeletas en la urna en vez de una para ayudar al Jefe. Practicaban, también, el pucherazo.

Más de una década de corrupción y resulta que el presidente del Gobierno, que maneja todos los hilos del PSOE, se entera el jueves por la mañana de que un corrupto está al frente del partido. El anterior secretario de organización, aliado en las mordidas, según la UCO, también lo es. "Me siento decepcionado", gimoteó prometiendo una auditoría externa para disipar las sospechas sobre una financiación ilegal. Sabe perfectamente, como todos, que de esta clase de ingresos no suele quedar registro.

Lo de Sánchez es un detritus, con esposa, hermano, colaboradores directos y el fiscal general en manos de la justicia por escándalos que él no ha dudado en atribuir a la conspiración de los jueces y la fachosfera. Salvo los muy poco espabilados ya nadie lo creerá. Todo irá a peor el tiempo que le quede gracias a los socios nacionalistas, golpistas y filoetarras, que prefieren tragar con la corrupción a favorecer una alternancia. Paciencia. n

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