Opinión

El ascenso del Oviedo, un impulso para el orgullo y la economía

En tiempos de fragmentación y desánimo, el fútbol de élite tiene la capacidad de reunir a una sociedad entera bajo idénticos símbolos: un color, un escudo, una bandera

EN IMÁGENES: Ambientazo en la vuelta del play off entre Oviedo y Almería en el Carlos Tartiere

EN IMÁGENES: Ambientazo en la vuelta del play off entre Oviedo y Almería en el Carlos Tartiere / Luisma Murias / LNE

El Real Oviedo está a las puertas de consumar una hazaña que trasciende lo deportivo. Su regreso a Primera División supondría un revulsivo económico y social de primer orden para la ciudad del que se beneficiaría el resto de la región. Con 25.172 abonados, una cifra nunca antes alcanzada por el club, el respaldo ciudadano arrastra tal energía social que supone de por sí una fuente de riqueza emocional tan valiosa como la económica.

Según un estudio de la consultora KPMG para La Liga de Fútbol Profesional, el ascenso del Real Oviedo a la máxima categoría podría tener un impacto económico cercano al 1,37% del PIB del Principado, lo que equivale a unos 387 millones de euros. El efecto se proyecta directamente sobre sectores como el turismo, la hostelería, el transporte o el comercio local. La visita al Tartiere de equipos de relevancia planetaria, como el Real Madrid o el Barcelona, sería un acontecimiento que traería consigo ocupación hotelera, bares y restaurantes desbordados y un ritmo económico renovado en toda el área central de Asturias.

Acceder al grupo futbolístico de mayor pedigrí es cuestión relevante: a nivel nacional, el fútbol profesional moviliza cada temporada en España 18.350 millones de euros y 185.000 empleos. Cada euro invertido puede llegar a multiplicarse por cuatro en actividad indirecta. En Asturias, ese potencial se alinea además con una realidad tangible: Oviedo se ha consolidado como uno de los destinos turísticos emergentes gracias a su atractivo cultural, su oferta gastronómica, su valioso patrimonio prerrománico y el auge del Camino de Santiago. La llegada del fútbol de Primera no sería el único motor del cambio, pero sí un complemento formidable para consolidar esa tendencia y posicionar a la capital asturiana como una referencia destacada del mapa nacional.

El impacto social de un ascenso a Primera

El impacto social no por menos medible deja de ser menos importante. El ascenso no solo traerá goles y a algunas de las mayores estrellas del panorama mundial, como Mbappé o Lamine Yamal , sino también orgullo, autoestima y sentido de pertenencia. Para una ciudad que pelea sin descanso por recuperar visibilidad en el contexto estatal, regresar a la élite del fútbol representa una forma simbólica –pero poderosa– de reafirmarse como capital dinámica, moderna y ambiciosa. El Carlos Tartiere, con decenas de miles de camisetas azules animando cada jornada al equipo de casa, se convertiría a su vez en un espacio de identidad colectiva.

Porque el fútbol no solo dinamiza la economía: también cohesiona. El oviedismo une a jóvenes y mayores, a barrios y zonas rurales, a empresarios y trabajadores, a asturianos de la capital y de la periferia. En tiempos de fragmentación y desánimo, el deporte profesional tiene la capacidad de reunir y movilizar a una sociedad entera bajo idénticos símbolos: un color, un escudo, una bandera. El ascenso supondría, en ese sentido, un impulso anímico que trasciende lo que ocurre en el césped.

Un impulso a la viabilidad del Oviedo

Desde el punto de vista financiero, el club ganaría músculo. Los ingresos por derechos televisivos en Primera podrían situarse entre 65 y 70 millones de euros anuales, permitiendo al Real Oviedo avanzar hacia un modelo de autosuficiencia. La solidez del Grupo Pachuca como respaldo accionarial supone una garantía, pero la viabilidad a medio plazo depende de este salto de categoría y de la capacidad de rentabilizarlo con inteligencia.

Las instituciones locales y regionales tienen ante sí también una oportunidad estratégica, promoviendo sinergias público-privadas que permitan integrar el fútbol en el relato de ciudad: movilidad mejorada, oferta cultural ligada al calendario deportivo, incentivos para el comercio y el consumo... Se trata de convertir cada jornada en un escaparate de lo mejor de Oviedo y de Asturias.

Por historia y tradición, también el Sporting merece retornar cuanto antes a la élite y rememorar en El Molinón el eco de legendarias gestas. Gijón ha demostrado en el pasado que sabe capitalizar su fuerza como ciudad deportiva, y su ascenso, que ojalá ocurra pronto, supondría un beneficio enorme para su economía y su imagen. Con ambos clubes en Primera, lo que sin duda sucederá antes o después, Asturias ganaría visibilidad, inversión, empleo y autoestima.

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