Opinión

De mordidas y mordidos

Las constructoras, por lo general, no tienen el menor interés en añadir a sus promociones más diezmos de los legales. Suelen ser políticos con mando en plaza y funcionarios sacamantecas quienes salen al paso del empresario con un portazgo, bien para darle entrada a una subasta pública, bien para dar salida a expedientes de obras privadas.

Desde que existen las cañas y el barro, concejales de bordillos y pozos negros, asaltan a constructores, trabuco en mano; también algunos promotores toman la iniciativa para sobornar a autoridades con el fin de ejecutar sus obras a buen ritmo y según la ley, o para modificar la ley.

Sacar ventaja como sea, es debilidad humana y, al margen de despedir a quien delinque, de potenciar la educación básica y el temor de Dios (llámese conciencia ciudadana), debemos estrechar la vigilancia ante los atracos, añadir aduaneros bastantes para que las licencias se tramiten en tiempo y forma, y procurar que el aparato judicial actúe con diligencia; si no se cumple la ley del Cielo, al menos cúmplase la ley del suelo.

A propósito del caso inmundo y más viejo que qué del trío innumerable Santos-Ábalos-Koldo, hay quien, además de pedir responsabilidades a los asaltantes, propone, es el colmo, que se castigue a los asaltados, veten en obras sucesivas a las heroicas empresas que construyen nuestro territorio, cuando, a mi parecer, deberíamos otorgarles la Laureada de San Fernando.

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