Opinión

Borrell como hipótesis

En el PSOE asturiano, bajo el discurso homogéneo, conviven muchos matices

Josep Borrell y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.

Josep Borrell y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. / Chema Moya

Aunque el PSOE asturiano ofrecerá públicamente una imagen de respaldo a los procesos iniciados por Sánchez, la procesión va por dentro: diversas reacciones recorren a la militancia y los dirigentes. El sector que fue orillado por el sanchismo, claramente, cree que se cumplen todos sus pronósticos, pero incluso entre quienes se sumaron a la ola del líder existen matices. Por un lado, está la plataforma de apoyo a Pedro Sánchez, que difundió mensajes llamando a la militancia a desplazarse a Ferraz el 5 de julio para respaldar a Sánchez y que cuenta con apoyo masivo entre la militancia.

Entre los dirigentes asturianos, la preocupación por el efecto en el partido de la sacudida es muy elevado. Pero despejada la voluntad de Pedro Sánchez de agotar la legislatura, el marco de discrepancia es muy estrecho. La clave para detectar la soterrada indignación estará en las palabras elegidas, con llamamientos a máxima dureza en la respuesta, depuración, sacrificio o generosidad.

Incluso en el bloque aparentemente monolítico que saludó la irrupción de Sánchez en 2016 hay grietas. Hay dirigentes que admiten en privado que la gravísima situación del PSOE requiere "generosidad de Sánchez" con su dimisión para asumir responsabilidades políticas.

La única persona que podría, sostienen, generar cohesión en el partido y sellar viejas heridas podría ser José Borrell, ex alto representante de Exteriores de la UE y político de reconocida trayectoria. Sin necesidad de convocar elecciones, podría ser propuesto como Presidente, ya que la Constitución no obliga a que el candidato sea diputado. Esa alternativa permitiría resistir lo que queda de legislatura al tiempo que el partido busca cartel electoral. La dificultad estaría en conseguir los votos de la investidura, aunque la alternativa para los socios de Sánchez (una convocatoria electoral) sería peor. Bueno, no sería la mayor dificultad, claro; lo sería que Sánchez admitiese su salida como una opción.

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