Opinión

Degradación total

Cerdán, Ábalos y Koldo, los corruptos que señala la Guardia Civil como protagonistas de las mordidas y los enjuagues, no digamos ya su zafia actividad con las amiguitas, se explican mejor ante el público mayoritario que el asalto continuo a la democracia y a las instituciones perpetrado por este Gobierno. No cuesta tanto invocar la gravedad de esa degradación como el riesgo de un sanchismo caudillista que, aunque con una legitimidad distinta a la de Franco, es evidente y se lleva percibiendo desde hace tiempo. Me refiero al acoso a los jueces y al sistema de contrapesos que consagra la división de poderes, la colonización de las instituciones, la impunidad del delito a cambio de votos con la amnistía a los golpistas del 1-O, los guiños inconstitucionales al independentismo sin contar con la verdadera voluntad de todos los españoles, los modales autocráticos de Sánchez, que reflejan la etapa más antidemocrática de este país desde la Transición. Se han roto demasiadas cosas y algunas de ellas costará recomponerlas, si es que se puede.

El alarmante hecho de que la Guardia Civil haya descubierto que la cúpula del PSOE era una organización criminal no supone un mayor daño que la defenestración del Estado de Derecho emprendida por un Gobierno aventurero dispuesto a pagar cualquier peaje con tal de mantenerse a flote. Ni siquiera si se llega a demostrar que con las mordidas se financiaba al partido. Un problema para la credibilidad que suponen estas nuevas revelaciones, más las que seguramente vendrán, es que el relato desde que Sánchez llegó a Moncloa lo han relacionado sus colaboradores con la limpieza de la corrupción que liquidó al Partido Popular hace siete años. Otro es haber reconocido que la intención de refutar los bulos era un bulo en sí mismo. Ya nadie les creerá.

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