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Opinión

Mario Draghi: "whatever it takes"

Los "servicios" de un economista honesto, riguroso y solvente

Hay palabras que tienen el efecto de un sortilegio mágico. Bastaron estas palabras, ("Whatever it takes" "Lo que sea necesario") pronunciadas con solemnidad por Mario Drahgi para sosegar a los mercados y salvar al euro de un asedio que amenazaba su propia existencia apenas diez años después de nacer. Era julio de 2012, en lo más intenso de la crisis de deuda europea que siguió en nuestro continente a la Gran Recesión de 2008 y que dejó, más que huellas, heridas que tardaron en cicatrizar en en la economía y la sociedad.

El salvavidas de esa crisis, como hoy es unánimemente reconocido, fue el Banco Central Europeo (BCE), comandado en ese momento por Mario Draghi y esas palabras tuvieron el efecto de algo así como el recurso al arma nuclear en medio de una guerra convencional. Desde entonces, además, creo que el BCE no ha sido ya el mismo, que su legitimidad quedó sólidamente reforzada y que su papel comenzó a ir más allá del considerado como convencional en un banco central.

Éste fue el primer servicio de Mario Draghi. Supongo que hubo varios más, pero el que a mí se alcanza como segundo fue el prestado como primer ministro en su país. Me faltan conocimientos y elementos de juicio para juzgarle en ese papel, pero tengo la impresión de que aun tratándose de un servicio de corto recorrido temporal fue de indudable alcance y significación, en la medida que supuso un ejemplo de aplicación del rigor, el conocimiento y la razón en el ámbito de una gestión política degradada por la demagogia, el populismo y la inestabilidad.

Y el tercer servicio es más reciente es el realizado con el denominado "Informe Draghi", un documento que trata de orientar las estrategias de crecimiento de una Unión Europea vacilante, que en estos pasados años se ha ido quedando atrás, y que malvive con un modelo de crecimiento renqueante caracterizado por un escaso dinamismo industrial, una baja innovación, inversión y productividad y una evidente falta de liderazgo e indudable retraso en el ámbito de la revolución digital.

Lo que el Informe propone es una reorientación productiva que desarrolle la industria, la autonomía estratégica y movilice la inversión con tres ejes de actuación prioritarios. El primero, el aumento de la innovación, la inversión en la I+D, un sistema unitario de patentes, mejoras en la financiación empresarial y en la coordinación entre Estados. El segundo, el apoyo a tecnologías limpias en el ámbito energético y en sectores con ventajas competitivas. Y el tercero, la reducción de la dependencia exterior y el aumento de la seguridad mediante el desarrollo de una política de defensa compartida.

Para ello, la UE necesita dos reformas fundamentales. De una parte, un entorno más propicio a la inversión y la movilización de una inversión de ochocientos mil millones anuales, equivalente al 5% del PIB. Y de otra parte, una profunda reforma de la gobernanza europea que, a mi modo de ver, es el verdadero nudo gordiano de la cuestión.

Se trata, pues, de propuestas estratégicas para intentar recuperar e impulsar a la UE en un momento decisivo del proyecto europeo. Pero son cuestiones que valen por igual tanto para una economía como la asturiana como para la racionalidad de la economía, a secas, que hemos de tratar de inculcar a nuestros estudiantes. Por ello me permito pedir a los responsables de la Fundación que en la estancia de Mario Draghi en Asturias no dejen de acercarlo a los estudiantes universitarios que seguro que encontrarán en él inspiración.

Si la Fundación quería dar, además de un premio, algún mensaje, Draghi se lo pone a disposición: que en tiempos de promesas fáciles, compromisos vanos, retóricas vacías, expectativas defraudadas, la palabra honesta, el análisis riguroso, la gestión solvente, el servicio responsable, deben recuperar su lugar y su valor en la política, la economía y la sociedad.

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