Opinión

El potero

La OTAN, de entrada sí, pero pagando a plazos

Agarrándose a otro clavo ardiendo como la pandemia, la dana, el apagón... Es una metáfora pero como hay quien pone la mano en el fuego constantemente por terceros que son imputados, la vuelta de tuerca con la OTAN es un clavo incandescente más.

Los políticos gobernantes acaban dando vueltas a los frixuelos de sartén con los dedos, sin quemarse, tienen callo en las manos como las buenas guisanderas.

La reflexión respecto a la OTAN para la gente mayor no es nueva. Siendo chavales tenemos cantado a aquella "folixia" de 1979, considerando la entrada a la democracia como una fiesta, que lo fue.

En 1979, un ochenta por ciento de progresistas no estaban por la labor de entrar en la OTAN, los que no sabíamos de qué iba la cosa, por imberbes, esperamos a 1986 para depositar el voto a las tres premisas que cuarenta años después renuevan la falacia, tan variopinta del léxico español:

Una, la participación de España no incluye la integración en la estructura militar.

Dos, no se permitirán las armas nucleares, instalar, almacenar o introducir.

Y tres, se procede a reducir la presencia de las bases de EEUU en España.

La pregunta, no la del referéndum, sería: ¿me lo dices o me lo cuentas?.

No es por nada, sino que uno de los impulsores del "No" acabó siendo secretario general de la OTAN y quien formulaba la pregunta del millón se libró de dimitir gracias al inesperado "Sí", don Felipe González.

Con estos mimbres nos salen paralelismos que vinculan historias personales con la historia contemporánea.

En la década de los sesenta la figura del potero era habitual en hogares donde había que pagar a plazos cualquier adquisición electrodoméstico o muebles.

Históricamente, el potero fue una figura relevante en los mercados, medidor de pesas y volúmenes evitaba fraudes en las transacciones de los mercados. ¡Qué falta nos hacía hoy en política!

De aquellos polvos estos lodos. A la OTAN del año 2025, además de la entrada, tenemos que pagarle un cinco por ciento del PIB para rearmarse.

Es ahí donde comparece la figura del potero que ya no existe; de entrada volvemos al "No", es decir, no pagamos la alícuota imposición de Donald Trump, pero va a ser como las tres premisas enunciadas que ninguna se ha cumplido después de cuarenta años, la falacia del desarme.

Como de costumbre hay que tirar de a José Mota, redactando otra pregunta del millón como la del referéndum de 1986:

–¿Considera usted que hay que pagar el cinco por ciento del PIB a la Alianza?

Sin recurrir al referéndum ya contestó por nosotros don Pedro Sánchez.

Respuesta: pagaremos pero a plazos, lo típico del potero prestamista "Hoy no, mañana".

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