Opinión

Elon Musk y el poder del futuro

Las armas empresariales del fundador de Tesla

Elon Musk está de moda, y no solo por la reciente disputa recriminatoria entre el hombre más rico en dinero y en ciencia, y el presidente del país más poderoso, sino por ser un liberal tecnocrático y empresario super exitoso obsesionado por la innovación y la eficiencia productiva. Como cofundador y director general de la mega compañía Tesla, Elon supervisa el diseño, la ingeniería y la fabricación de todos sus productos de tecnología punta y de alto valor añadido.

Todas sus manufacturas tienen ventajas competitivas fundamentadas en la simplificación de procesos y en la eliminación y depuración de elementos superfluos poniendo la tecnología al límite de la funcionabilidad. «Si no se añade algo nuevo a un sistema en desarrollo es que estás haciendo algo mal, por lo que hay que dedicar el trabajo no a mejorar elementos que funcionan mal sino a eliminarlos». Esta es una frase ejemplificadora de la base conceptual de Elon Musk. Tesla está poniendo al límite el sistema de conducción autónoma de sus vehículos con Visón Artificial (VA), siendo, hoy por hoy, el mejor del mundo en este apartado. Un sistema de conducción por cámaras con Inteligencia Artificial (IA) que incorpora los datos personalizados de sus clientes como costumbres y hábitos de conducción.

Estas mismas tecnologías las aplica a desarrollar los «humanoides». Unos robots interactuados por IA y VA tridimensional con integración a «X», la plataforma social más importante del mundo, con gigantescas bases de datos relacionados y algoritmos acelerados por computación cuántica. De esta forma, un humanoide puede implementarse con los datos personalizados expuestos en la nube alimentadas por los «chimpancés» (llamados así a sus clientes humanos). Una suerte de traspaso de información del celebro del humano al celebro del humanoide gracias a la IA para realizar acciones, tareas y distintos cometidos migrando estas habilidades al mundo real. Esta interacción es una ventaja competitiva en el sector que todavía nadie se ha podido acercar, una situación privilegiada del desarrollo de la IA que Musk ha sabido jugar muy bien.

Otro punto a favor es la «red de cargadores» con la que ha conseguido un buen trozo de la tarta del negocio de carga eléctrica. Pero también en la producción de baterías de gran tamaño para particulares y para centros industriales y estatales que cada vez son más necesarias. Y qué decir de su producto estrella: el SpaceX, en el que Elon supervisa el desarrollo de cohetes y naves espaciales para las misiones en la órbita de la Tierra y, en última instancia, en otros planetas. En 2008, el SpaceX Falcon 1 fue el primer cohete de combustible líquido desarrollado por una empresa privada que llegó a la órbita, y SpaceX hizo historia de nuevo en 2017 volviendo a lanzar por primera vez un cohete Falcon 9 y una nave espacial Dragon. Poco después, el Falcon Heavy, el cohete operativo más potente del mundo, completó su primer vuelo en 2018. La empresa transportó astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional por primera vez en 2020. Partiendo de estos logros, SpaceX está desarrollando el Starship, un sistema de transporte totalmente reutilizable que llevará tripulaciones y cargamentos a la Luna, Marte y más allá.

Elon Musk no solo diseña cohetes, satélites y coches eléctricos, también sostiene gran parte del sistema militar, de inteligencia y de defensa de los Estados Unidos. Desde Neuralink (controlador de drones por IA que «apuntan» con precisión milimétrica y nunca descansan) pasando por Starlink (constelación de satélites de cobertura mundial), su influencia se extiende a misiles, vigilancia global, ciberdefensa y comunicaciones en el frente de guerra. Los grandes logros en los empeños de Elon Musk son incuestionables y buena parte del futuro está en su poder. n

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