Opinión

Hay que seguir bailando en los conciertos

No es casual que el nombre fiscal sea "La Casa Salvaje" porque una casa acoge, protege, educa. En casa se celebran los cumpleaños y se lloran las despedidas, se canta a voz en grito bailando en el salón o se maldice con la misma intensidad que no salga agua del grifo. En casa se viven grandes momentos y pequeñas nimiedades que van conformando a la familia. David, Marcos, Jandrín y Ángela convirtieron una antigua estación de la noche ovetense en esa casa de parada obligada para todo aquel que tuviese un mínimo interés cultural o simplemente cierta intriga por conocer cómo es Oviedo. "La Salvaje" ha sido durante una década referencia absoluta en la escena musical de todo el país. Han sido cientos de conciertos de bandas locales, nacionales e internacionales. Ha sido escaparate y banco de ensayos, pero sobre todo ha sido guía. Ahora, alguien ha dicho "habrá que demoler" y los tambores dejan de sonar. "La Salvaje" cierra y la recordaremos cada vez que el olor a humedad de una vieja casa se nos meta en el alma. Se acaba una etapa y hay que celebrar. El mejor tributo que se le puede hacer "La Salvaje" es seguir bailando en los conciertos, sean donde sean.

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