Opinión
Solo entendemos (parcialmente) el 5% del universo
La gran paradoja de la física moderna
En el último siglo la física se ha apoyado en dos pilares: la teoría general de la relatividad de Albert Einstein y la física cuántica. La primera explica cómo se comporta el universo a gran escala –galaxias, agujeros negros, la expansión del espacio-tiempo–; la segunda describe el mundo microscópico de los átomos y las partículas subatómicas.
Ambas teorías son correctas en sus respectivos campos, pero hay un problema: no hablan el mismo idioma. Los modelos matemáticos que explican el comportamiento de una no son aplicables a la otra. Este conflicto ha llevado a los físicos teóricos a buscar una "teoría del todo", un marco unificado que explique desde el nacimiento del universo hasta la estructura del núcleo de un átomo.
Pero hay más desafíos. En las últimas décadas, observaciones astronómicas han revelado que algo no cuadra en el comportamiento de las galaxias. Para que estas giren a las velocidades que se observan, debería haber mucha más masa de la que vemos. Esa masa invisible ha sido bautizada como materia oscura, y se estima que constituye aproximadamente el 27% del universo.
Además, desde finales del siglo XX se sabe que la expansión del universo no solo continúa, sino que se acelera. Esa aceleración no puede explicarse sin una forma de energía completamente desconocida, que los científicos han llamado energía oscura. Según los modelos actuales, representa el 68 % del contenido del cosmos.
Sumando ambas, el panorama es desconcertante: el 95% del universo está compuesto por cosas que no podemos ver ni entender. Solo el 5% corresponde a la materia y energía "normal", aquellas que forma planetas, estrellas, seres vivos... y aceleradores de partículas.
A pesar de este inmenso vacío de conocimiento, la humanidad ha logrado avances científicos impresionantes. En apenas cuatro siglos –desde que Nicolás Copérnico cuestionó que la Biblia tuviese todas las respuestas– la física ha revolucionado nuestro modo de vida y nuestra comprensión del cosmos.
Afortunadamente, nuestro mundo macroscópico no es relativista ni cuántico y por tanto nos movemos en un escenario previsible y determinista (newtoniano) en el que podemos incorporar avances cuánticos (Rayos X, transistor, Leds, laser, termografía, resonancia magnética, computación cuántica y encriptación) y avances relativistas (energía nuclear, sincronización de relojes terrestres y orbitales para los sistemas de navegación), aunque sabemos que queda mucho por descubrir porque en la ciencia todas las respuestas son coyunturales.
Quizás lo más fascinante sea pensar como hemos avanzado tanto en los últimos 50 cm (500 años) de un viaje de 13.800 km desde el origen del universo. ¿Cómo hemos podido llegar tan lejos conociendo tan poco? No lo sé, pero necesitamos humildad y esfuerzo para seguir avanzando.
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