Opinión
Asturias y la ineludible urgencia de innovar
El principal obstáculo no es técnico, ni siquiera presupuestario; lo que más denuncian los empresarios no es la cantidad de fondos, sino la falta de agilidad para impulsar proyectos y acceder a las ayudas

Asturias y la ineludible urgencia de innovar / LNE
La innovación ya no es una opción, sino una urgencia ineludible para Asturias. El futuro económico de la región depende en gran parte de su capacidad para anticiparse, transformarse y generar valor a través del conocimiento, la tecnología y el talento. No hay alternativa creíble para una comunidad que necesita elevar su productividad, retener a sus jóvenes y diversificar su economía más allá de las inercias del pasado. La buena noticia es que las señales de avance están ahí. La mala, que aún no son suficientes.
Entre 2020 y 2023, el gasto en I+D en Asturias creció un 12 %, según el Instituto Nacional de Estadística, superando incluso la media nacional. Alcanzamos el 1,3 % del PIB regional dedicado a investigación, una cifra que mejora los registros históricos, pero que todavía queda por debajo del umbral de referencia del 1,5 % que marca la Unión Europea. Innovamos más que antes, y más de lo que parece, pero aún menos de lo que necesitamos.
En la III Semana de la Innovación organizada por LA NUEVA ESPAÑA ha quedado patente que el tejido empresarial asturiano está dispuesto. Empresas como Monteverde exploran soluciones de economía circular desarrollando envases sostenibles a partir del suero lácteo, evitando el uso de plástico, mientras que desde Satec se plantea la recuperación de materiales industriales con un valor equiparable al de las tierras raras, claves para la transición energética. Son ejemplos de una creatividad aplicada, arraigada en el territorio y alineada con los retos globales.
Asturias, además, ya empieza a ocupar una posición destacada en la llamada economía de los datos. En la última convocatoria estatal de ayudas para este ámbito, seis entidades asturianas captaron más del 8 % de los fondos nacionales, muy por encima del peso económico de la región. Finba lideró el proyecto mejor puntuado del país, vinculado a la práctica clínica y conectado con "Cuélebre", la primera gran herramienta de inteligencia artificial aplicada a la sanidad asturiana. También destaca el papel del CTIC en el primer espacio de datos agroalimentario europeo. El mensaje es claro: Asturias no solo innova, empieza a hacerlo en los sectores más estratégicos del siglo XXI.

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Miki López
Luis Rodríguez-Ovejero, pionero de la computación en España y presidente de Satec, alertó, en su discurso de concesión del premio empresarial "Álvarez Margaride", de que "la verdadera revolución no es solo tecnológica, sino de datos". En sus palabras, el control de la información se ha convertido en el nuevo campo de batalla de la soberanía económica. Frente a la colonización digital de las grandes plataformas, Europa necesita defender un modelo propio. Asturias, con proyectos bien valorados a nivel estatal y una red creciente de entidades implicadas, puede –y debe– situarse en esa primera división europea.
Sin embargo, el principal obstáculo no es técnico, ni siquiera presupuestario. Lo que más denuncian hoy los empresarios asturianos no es la cantidad de fondos, sino la falta de agilidad para impulsar proyectos y acceder a las ayudas. La burocracia se ha convertido en un freno estructural a la innovación, como reconoció el viernes la presidenta de FADE, María Calvo, durante la asamblea de la patronal asturiana. Tan es así que responsables de compañías líderes aseguran estar dispuestos a renunciar a ayudas si a cambio se garantiza una tramitación rápida, clara y plena de seguridad jurídica. Porque el tiempo, en el ecosistema innovador, también es capital. Y el porvenir no espera por nadie.
Las ideas existen, los registros están mejorando, ya no todo el talento emigra. Pero, sin una administración que acompañe con ritmo y sin una cultura que reconozca la innovación como prioridad estratégica, los esfuerzos corren el riesgo de diluirse. Innovar no es solo inventar: es creer en un modelo, impulsarlo con visión política y protegerlo con instrumentos eficaces.
Asturias no puede permitirse que su mayor freno sea la inercia. Mientras otros simplifican, digitalizan, automatizan y colaboran con sus empresas, aquí seguimos atrapados en una telaraña normativa que ahoga la creatividad y desanima al talento. En 2025, innovar no es un lujo: es la principal garantía de que esta región tenga un futuro próspero.
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