Opinión

Mondoñedo, salvados por la campana

De Álvaro Cunqueiro a Alfonso Camín

El tiempo puede pararse a hora y media del centro de Asturias dirección Mondoñedo, Lugo. Su catedral, junto a la de Santiago de Compostela, conserva al más puro estilo la medición del tiempo por gravedad; sendas pesas miden las horas, minutos y segundos por mecánica. Cada semana hay que darle al manubrio. Si no se paran los engranajes.

El campanero de la catedral de Mondoñedo, Valentín Insua, va por la tercera generación, recuerda a su tía abuela manejando el campanario con una fuerza y destreza propia de un luchador. No que le salvara la campana, que la tañía al vuelo, provocando la inercia a llamar a misa, funeral y hasta partos que venían de nalgas. Entonces el badajo se movía dubitativo dejando en ascuas a la población.

Es el caso del nacimiento de uno de los principales mindonienses, Álvaro Cunqueiro. Fue una de las siete campanas de la catedral, "La Agonía menor", que le salvó saliendo del seno materno atravesado. Hasta él la llama en sus escritos "La Petra".

Es otra, la campana más grande, "La Paula", en la que el campanero introduce al visitante para que te proteja, que hasta los pueblos afines llamaban a los mindonienses "Chicos de La Paula", su campana en clave de Sol, al cambio gentilicio.

Las gentes de Mondoñedo se sienten asturianos, pero de meteorología. Ni la persistente bruma, dos tercios del año, les hace doblegar en entusiasmo: "Aquí el tiempo lo miramos por la predicción para Asturias", es una forma de hermanamiento y sentimiento a la vez. Los vientos nos unen, está claro.

No hay más frontera que la que uno desee levantar, por encima de la geografía.

Haciendo un paralelismo poético y paisanaje, nuestro Alfonso Camín relataba su intimísimo campanario en su obra "Entre manzanos": "Respecto a las campanas, me pasaba a mí como Huysmans y su amigo el campanero. Las campanas de Roces tocaban claras y tenían un voz primaveral, voz de primera novia. No he vuelto a escuchar por todo el mundo campanas que tuvieran ese alegre sonido, ese timbre de novia nueva. Conocía la voz de las campanas vecinas y distinguía las de las fábricas de Gijón, unas tocando a fiesta y otras llamando a los trabajadores", literal de Alfonso Camín, natural de Roces, Gijón.

Alfonso Camín, por alguna razón, criticaba la campana de Granda, quizás rivalidad entre parroquias, o simplemente que la fundición de la campana no fue la adecuada, vete a saber.

El fondo de la cuestión, y sobre todo el sonido, es que las campanas en cualquier lugar del mundo están diseñadas para salvar. Avisan del peligro de los nuevos tiempos e incertidumbres, que no nos cojan durmiendo, si acaso cuestionar los msn o whatsapp cuando hay apagones.

Las campanas nunca nos fallarán, y es muy bueno tener un amigo campanero.

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