Opinión
Bajo la lupa europea
La desconfianza crece en Bruselas ante la deriva institucional del Gobierno de Sánchez
En Bruselas, no pasa una semana sin que algún colega, funcionario o periodista nos pregunte con incredulidad: "¿Qué está pasando en España?". El deterioro institucional, la corrupción política y el descrédito internacional del Gobierno preocupan –y mucho– a quienes comparten con nosotros los valores europeos. La pregunta que se hacen en la UE ya no es si habrá consecuencias, sino cuánto daño más se puede soportar antes de que se rompa la confianza.
No hablamos de opiniones partidistas. Como comentaba al lector en mi columna anterior, en el Parlamento Europeo ya se han celebrado dos debates sobre la deriva del Estado de derecho en España, algo inaudito para un país con sus recién cumplidos 40 años en la UE. Y el próximo informe sobre el Estado de Derecho en 2025 no hará sino confirmar lo evidente: la situación ha empeorado. Los españoles merecen más que excusas o teorías de la conspiración. Merecen transparencia, responsabilidad y un Gobierno que no se dedique a socavar la democracia desde dentro.
Mientras tanto, en política exterior, el prestigio de España sigue erosionándose. Lo vimos recientemente en la cumbre de la OTAN, donde Pedro Sánchez firmó un compromiso de aumento del gasto militar hasta el 5%, para inmediatamente después negarlo ante la prensa nacional. Querer pescar votos a la desesperada con estas gesticulaciones no es lo mejor para el prestigio de España. En Europa se escucha, se lee y se toma nota. Y, tristemente, a causa de Sánchez nuestra palabra ya no vale lo que valía.
En ese contexto, los escándalos de corrupción que envuelven al PSOE y al entorno del presidente no hacen más que agravar la situación. La investigación judicial que alcanza ya al exsecretario de Organización Santos Cerdán –hasta hace semanas hombre de máxima confianza de Sánchez–, imputado por presunta organización criminal, tráfico de influencias y cohecho, ha encabezado las primeras planas no ya de Europa, sino del mundo entero. Para que vea el lector que no exagero: "Pedro Sánchez’s right-hand man held in jail on corruption charges" ("The Times"), "Sex, corruption and tapes: Scandal Shakes Spain’s Socialist government" ("Miami Herald"), "Spanish PM’s former right-han man detained in corruption investigation" ("The Guardian"), ... y así muchos otros.
Lo peor es que no hablamos de casos aislados: hablamos de un patrón de conducta, de una estructura de poder deteriorada que solo se sostiene por la falta de rendición de cuentas. Y no olvidemos que esta misma semana las principales asociaciones judiciales han convocado huelgas en defensa de la independencia judicial, amenazada por las reformas del Gobierno. ¿Qué clase de democracia es aquella en la que los jueces tienen que salir a la calle para proteger su independencia?
A todo esto se suma el deterioro económico. La inversión extranjera se ha desplomado un 65% en el primer trimestre, la red ferroviaria se colapsa de forma habitual, y la alta velocidad está lejos de ofrecer un servicio fiable. En Asturias, el último informe de BBVA Research anuncia que seremos la región que menos crecerá en 2025 y 2026. Las consecuencias del sanchismo no son abstractas: las sufrimos cada día, en cada territorio, en cada sector.
En esta situación –el desgobierno y la ineficacia, además de la corrupción en el PSOE y el Gobierno y las agresiones contra el Estado de derecho– se impone la necesidad del cambio por higiene, para evitar la ruina política, económica y moral. La buena noticia es que hay alternativa. Hace falta aire limpio y personas responsables. Precisamente este fin de semana se celebra el congreso de nuestro partido, la principal oposición, que ganó las elecciones de julio de 2023. Conviene estar atentos a las propuestas que presentemos para resolver los problemas de los españoles, sobre todo las que tienen que ver con la vivienda, empleo y precios de la energía; propuestas que mejoren su economía y su calidad de vida. Que devuelvan la esperanza y el sentido común a la política española.
La situación es crítica, pero no irreversible. España necesita un cambio de Gobierno, una alternativa seria que enderece el rumbo y corrija todo lo que está dividiendo a los españoles, complicando su presente y comprometiendo su futuro. Necesitamos ya unas elecciones generales. Cuanto más tiempo pase, peor para todos.
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