Opinión
El socialista huérfano al que Feijóo debe mirar
Los partidos políticos adolecen de estrategas a largo plazo. Los solucionadores de crisis del presente se han adueñado de las formaciones y, así, la actualidad marca el ritmo ideológico. La pregunta que se hacen es: ¿qué hacemos ahora para salir del marrón de hoy? Los genios de ese hoy se han apoderado de la parte más intelectual que representan unas siglas, y las tácticas duran días, a veces horas. Este estilo es la forma más sencilla de descolocar al propio votante y enviar a hacer puñetas las urnas. Ni con voto en blanco, aunque el mismísimo Felipe González se lo aconsejara el otro día a Carlos Alsina.
Es evidente que la situación política es desconcertante. Los votantes de los partidos mayoritarios ya no saben qué pensar. Unos, el PSOE, por el tremendo ridículo que han conseguido hacer con la corrupción, y más después de la orden de prisión a Santos Cerdán. Otros, el PP, porque aunque de entrada en las encuestas salgan con un mejor reconocimiento, el miedo a consolidar las formas de Vox acabe por perjudicarlo.
Mirar con luces cortas en política provoca normalmente errores que aparecen más tarde en el camino. Y así, los populares están perdiendo el foco sobre lo que es la bolsa de votantes fundamentales para generar, ya no solo una mayoría relativa, sino también absoluta.
Existen dos tipos de votantes. Los que jamás votarán al contrincante y los que varían su voto según las circunstancias. ¿Dónde deben poner el foco los partidos? Unos ya han tomado una decisión: no votar al otro. Los otros, dudan. ¿Dónde debería estar mirando el PP de Feijóo? La respuesta es tan evidente que provoca cierto rubor contestarla.
En España, como en el resto de países democráticos, existe una bolsa de votos que fluctúa según las circunstancias del país. No es mayoritaria y diría que está poco estudiada. Son aquellos capaces de votar al PP o al PSOE sin excesivos inconvenientes. Estuvo a punto de consolidarse un partido bisagra que hubiera podido reunir características de centralidad, pero el egocentrismo se lo llevó por delante. Me refiero a Ciudadano, pero el pasado a veces sirve de bien poco. Ni de experiencia.
Existe una idea en la que parece todo el mundo estar de acuerdo: el PP no puede lograr una mayoría absoluta ni por asomo. Es una idea establecida que tiene mucho sentido observando todas las encuestas. Las honestas y las maliciosas. Demos la idea por buena. De ser así, a Feijóo solo le queda una solución: intentar conseguir el número máximo de votos para lograr un máximo de diputados y que su formación precise el menor apoyo para llegar a ser presidente.
Y aquí llegamos a la reflexión final: ¿qué hace el líder de los populares por seducir a una tipología de simpatizantes del PSOE que, en alguna ocasión, ha votado al PP? ¿Los hay? Por supuesto. Dos puntos fuertes. Son socialmente abiertos, no les gustan los pactos con independentistas, ni amnistías al uso, ni quieren saber nada con Vox. Este perfil de ciudadano está huérfano políticamente y son muchos. De momento, Feijóo los está obviando.
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