Opinión

La peligrosa épica del encierro

Bajo una ortodoxia de normalidad democrática, si se verifica la incapacidad para dotar al país de presupuestos se debería dimitir o disolver las cámaras. Bajo la misma ortodoxia, el hallazgo en el partido que Sánchez lidera de un nido de corrupción tan próximo, con posibles ramificaciones, debería llevarle, en todo caso, a apartarse del mando. La premisa mayor implícita en la resistencia numantina de Sánchez sería que un conjunto de factores -avance de la ultraderecha en Europa, presión del trumpismo fascistoide, tenaza de derecha mediática y ciertos sectores “institucionales”, etc- hace que el contexto no sea de normalidad. Es posible, pero esa posición, llevada al límite, alimentaría la propia “crisis democrática” frente a la que se monta la resistencia. Si Sánchez no aflojara riendas para que su partido limpie la casa y emprenda una ordenada sucesión interna, le haría un mal favor.

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