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Opinión

Hasta siempre, maestro

En el adiós a un hombre apasionado

Emilio, te vas por la puerta grande, rodeado del cariño de tu gran familia, uno de los pilares fundamentales de tu vida junto a tu empresa, tus amigos, tu Ribadesella y tu Asturias.

Tu huella personal y profesional quedará impresa para siempre en la memoria colectiva de todos aquellos que hemos tenido la fortuna de ser tus amigos. Ya no podremos escuchar tus andanzas, en versión corta y larga, de cuando fuiste enviado como espía a Francia por el Gobierno del Principado, que presidía Rodríguez-Vigil, para observar cómo los gabachos elaboraban el calvados que, por cierto, sabe mucho peor que tu aguardiente de sidra.

Ni cuando, en una reunión de la FADE, le entregaste a Ruiz Mateos en el Hotel Reconquista un billete de diez mil pesetas en el que le apuntaste a bolígrafo tu número de teléfono porque te habías quedado sin tarjetas de visita y él te había dado, previamente, una suya muy repujada de eurodiputado. Y le dijiste, "sólo hice esto una vez en mi vida y fue con el Rey de España, pero en un billete de cinco mil". A partir de aquel momento no paraba de llamarte para comprarte la fábrica. Cuando él iba, tú ya venías. Qué listo eras.

Ejerciste como pregonero por las fiestas y certámenes de casi todos los concejos de Asturias y, de paso, llevabas gratis unas cajas de botellas de tu exquisito licor de guindas para los chupitos después de la comida.

Muy pocos conocen tu gran afición por el mar, que te motivó a estudiar la carrera de Náutica, que nunca llegaste a ejercer al tener que hacerse cargo del negocio familiar. Fuiste pionero en la presencia de Asturias en FITUR el mismo día que ligaste con la actriz Rosy de Palma, tras beber en el stand unas cuantas botellas de sidra, y luego, cuando vinieron a buscarla, dijiste que no la conocías de nada y que estaba con Manolo Linares, tu eterno rival en temas de amoríos.

Calidad antes que calidad, sin prisas, pero sin pausas. Son frases muy tuyas al igual que siempre decías que "vivir tu pueblo es amarlo, sentirlo y preocuparse por su destino". Nunca te ha sido ajeno todo lo que te rodeaba y siempre te preocupabas por los demás. En los años cincuenta escribiste junto a tu gran amigo Lorenzo Cordero, un artículo pionero en el que anticipabais las enormes posibilidades del turismo rural en Ribadesella.

Tu pasión y devoción te ha hecho vivir alegrías y tristezas, entregas y sacrificios, pero sobre todo momentos de grandes éxitos. Tu entusiasmo y sentimiento, unidos a tu constancia sin límites han permitido que tu labor transcienda el ámbito local y sea reconocida por todos los asturianos.

Solo te enfadabas cuando tus artículos en LA NUEVA ESPAÑA se publicaban en la edición de Oriente y teníamos que hablar con Evelio, el subdirector, para que los editase en la "edición Internacional", la de toda Asturias. "¿Qué sabemos del becario?", le preguntabas cuando te interesabas por mí.

Hoy te encontrarás en las alturas con Nicanor López Brugos, José Manuel Valle, Rufino Roces y Ramón Colao, tus queridos "Quijotes". Dales un abrazo muy de nuestra parte y diles que Paco Rodríguez, Manolo Linares, Juan Rionda y un servidor estamos muy bien y que les echamos de menos. Después de tu funeral, comeremos juntos en Ribadesella en tu honor y brindaremos con tus licores, como a ti te gustaba. Nunca morirás mientras tu recuerdo permanezca vivo en nuestras mentes. Adiós, maestro.

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