Opinión
El adiós de Los Quijotes
La amistad como el don más importante
Querido Emilio, entre tú y yo hay una larga y frecuente correspondencia. Pero hoy no sé cómo empezar esta carta, que podría parecer abierta, pero que no lo es. Es la mía una carta que se ahoga mientras la escribo. Y noto que me faltan palabras. Una vez más, la mente y el corazón - que sin duda es más fuerte - no concuerdan.
Porque es la amistad, Emilio, tal vez el don más importante con el que el hombre se encuentra casi siempre de manera fortuita, sin que nadie lo busque a impulsos de interés alguno. Y por eso nació la nuestra un día en París, en el que encabezabas un grupo de asturianos del Oriente, que buscaban inútilmente un hotel donde dormir. Estaba yo en la puerta del Grand Hotel de París, en el que me alojaba, cuando sentí las voces lastimeras, con acento asturiano, de un grupo de personas entre las que sobresalía algo así como un "cabecilla", que eras tú. Era de noche y hacía frío. El problema era que ese día, no sé por qué, no había sitio para turistas en París. Así que me acerqué al grupo para ofrecerles a aquellas gentes desconocidas mis buenos oficios, que únicamente sirvieron para que en mi hotel habilitaran una habitación en los desvanes del edificio. La ocupaste tú, Emilio, que para eso eras el jefe. Los demás componentes del grupo debieron pasar la noche a las orillas del Sena. Por sí acaso, no les pregunté.
Allí nació nuestra amistad. Siempre Francia en las cosas buenas que me han pasado desde que nací. Porque aquel encuentro entre desconocidos desembocó en una conversación que se alargó hasta la madrugada, en la que yo quedé fascinado al oírte hablar de Ribadesella –para mí desconocida entonces– y de los problemas que el control de Hacienda sobre los alcoholes os estaba creando a los industriales del ramo en España. Y desde entonces, año 1963, hasta ayer la concordia feliz entre nosotros no cesó de crecer un solo instante.
Con el tiempo, creamos el grupo llamado "Los Quijotes": dos sacerdotes, un pintor, un banquero, un informático, dos empresarios y un ex alcalde. A ti y a mí, con toda seguridad, nos incluyeron para asegurar la intendencia, y , en ese sentido, acabo de quedar yo solo al cuidado de los garbanzos. "Los Quijotes" es otra de las experiencias más gratas de mi vida. Lo que confirma que la felicidad pasa más por el corazón que por la mente.
Pero resulta que ahora te vas, Emilio. Y nos dejas a "Los Quijotes" un hueco irreparable. Tú aportabas al grupo poesía, sentido del humor, torrentes de amistad y sabiduría. Imposible dar más. Como imposible resulta para mí explicar por qué me invade una tristeza infinita que no necesita comentario.
Eras persona querida en toda Asturias. Ribadesella, esa preciosa villa te va a echar de menos. Tu familia también. Y no digamos nosotros, los Quijotes, a los que se nos acaba de arrebatar un trozo muy íntimo de nuestra vida.
Adiós, Emilio. Ya nos veremos.
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