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Opinión

¡No matarás!

La guerra de Gaza y el Antiguo Testamento

No matarás es una disposición divina, que aparece por primera vez en el Antiguo Testamento en el mensaje a Caín (Génesis 4:9-16): "¿Dónde está tu hermano?" y en las instrucciones dadas a Noé (Génesis 9:1-17): "El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada". Pero no fue hasta que Dios entregó las tablas a Moisés, que no se expresa en sentido estricto (Éxodo 20:13), aunque matizando que se trata de no quitar la vida de forma maliciosa o ilegal (retzah : asesinar) y no se refiere al homicidio no intencional o justificado.

¿Dónde colocamos a los 65.000 palestinos muertos (unos 20.000 niños) en Gaza por la acción del ejército judío? Parece que el primer ministro Benjamín Netanyahu no tiene dudas al respecto. En unas declaraciones recientes, el mandatario israelita citaba textualmente a Amalek, un enemigo bíblico del pueblo judío, al que Yahvé exige exterminar. Para comprender, que no compartir, algunas acciones de esta matanza, hay que conocer las confrontaciones previas de los judíos con los amalecitas, los descendientes del mencionado Amalek, nieto de Esaú, el hermano mayor de Jacob y conocido por vender su primogenitura. Como pueden ver, pueblos hermanos desde lo más antiguo de la humanidad. Los primeros encuentros bélicos tuvieron lugar durante el largo viaje por el desierto del Sinaí, en busca de la Tierra Prometida. Cuando la retaguardia judía andaba agotada y exhausta, fueron atacados por sorpresa y sólo la presencia imponente de Moisés y de su brazo armado Josué, pudieron impedir la derrota. Las palabras desde lo alto fueron: "Borraré totalmente el recuerdo de Amalek bajo los cielos" (Éxodo 17:8-21). Desde este momento, los amalecitas fueron el enemigo perenne de los israelitas, dado su permanente deseo de enfrentamiento. Las palabras divinas no se cumplieron y los ataques armados fueron constantes entre los dos pueblos nómadas, en busca de un asentamiento estable. El propio Moisés, pone en boca de Dios el mandato de eliminarlos completamente (Deuteronomio 25:17-19).

Un nuevo conflicto de gran intensidad tuvo lugar bajo el reinado de Saúl y nos llega en los relatos del profeta Samuel, con quien mantuvo un gran enfrentamiento intelectual (el poder real y militar frente al religioso y judicial). Samuel le ordena derrotar a Agag, rey de los amalecitas, y decreta un "herem" (una forma de genocidio detallado en la Biblia) sobre su pueblo: "No tendrás piedad de él y matarás a hombres, mujeres, niños, lactantes, bueyes, carneros, camellos y asnos" (Samuel 15:7-23). Nadie ni nada podía escapar en esta lucha contra el pueblo enemigo. La codicia de Saúl, al quedarse con parte de los bienes incautados, propició la cólera del profeta, quien acabó con la vida de Agag y se enemistó definitivamente con el rey. ¡La ultraortodoxia al poder!

El lugar que ocuparon los amalecitas en el pensamiento judío antiguo, lo ocupan actualmente los palestinos. Son vistos con el mismo rencor y deben ser tratados como en los textos bíblicos, hasta ser completamente exterminados. En el judaísmo, Amalek tiene connotaciones siniestras. Es el enemigo arquetípico de Israel. Eliminarlo es un deber y, sin embargo, resurge con cada generación. Aunque originalmente designaba una comunidad concreta, con el paso de los siglos ha adquirido una significación más simbólica, la encarnación del mal absoluto en la Tierra. Las mismas palabras que Samuel grabó en el texto sagrado, son interpretadas literalmente en el momento actual. No sé si los gobernantes judíos creen sinceramente en ellas, pero sí que el pueblo, mayoritariamente las hace suyas para aprobar la barbarie a la que asistimos.

La mayoría de habitantes de Israel no quieren saber nada del Nuevo Testamento. Ni el Sermón de la Montaña ni ninguna de las enseñanzas de Jesús, forman parte de su pensamiento. Es posible que si el Mesías decidiera nacer de nuevo entre nosotros, no lo haría en estas tierras. Hacer compatible el Dios violento, severo y vengativo de la antigüedad con el mensaje de amor y perdón de las palabras de Jesús, es algo que parece imposible. Tan imposible como que con los mensajes de algunos profetas como Samuel, introducidas y repetidas incesantemente por los actuales gobernantes, podamos ver el fin de este nuevo genocidio en Gaza.

Unas palabras finales para la música, en este caso una canción dedicada a la paz. "Imagina que no hay países, no es difícil hacerlo. Nada por lo que matar o morir, ni tampoco religión. Imagina a toda la gente, vivir la vida en paz". John Lennon (1940-1980) y Yoko Ono (1933- ) compusieron esta famosa balada en 1971 y desde entonces siempre ha sido un ejemplo emblemático de la petición de paz en el mundo. https://youtu.be/907-MBGOk9A?si=99UPtzqyTtoK7PnJ. Ojalá palestinos y judíos pudieran cantarla juntos en las maravillosas playas del Mediterráneo gazatí.

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