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Opinión

En estas llegó la paz

Se dice que terminó la guerra en Gaza. Coincide, además, con la elección del Premio Nobel de la Paz, una distinción que se reparte todos los años como si se tratara de un tranquilizante moral. Esta vez, ni Trump ni Sánchez, dos profetas del autobombo, lograron convencer al jurado de Oslo. El primero, porque sigue creyendo que la diplomacia se mide en metros de muro; el segundo, porque confundió la paz con la retórica inclusiva. Y sigue, además, confundido. En medio del desfile de aspirantes, ha emergido Corina Machado, una mártir en versión caribeña, cuyo martirologio político, tan calculado como sincero, encarna ese viejo anhelo latinoamericano de redención por el sufrimiento.

El Nobel es merecido no por lo que logra Corina, sino por lo que representa: esa persistencia del fracaso como forma de dignidad. En un continente donde las democracias se sostienen con exilios, la figura de Machado ofrece al menos un consuelo estético, una épica de la derrota que ni Trump ni Sánchez, dos impostores, podrían fingir. Es una mujer que encarna la lucha contra una dictadura que se volvió rutina. ¿Verdad, José Luis (Rodríguez Zapatero)?

La guerra en Palestina terminó, dicen. Pero lo que realmente termina, de nuevo, es nuestra capacidad de distinguir entre el ruido y la historia. Mientras tanto, el mundo sigue buscando una paz de plató que solo dura lo que tarda el siguiente misil en despegar. Israel libró una contienda desproporcionada y cruel de dos años contra una organización terrorista dueña de una franja poblada de infelices que ha sufrido las consecuencias feroces de desafiar a un sujeto temible como Netanyahu, considerado un criminal de guerra. En fin, la paz parece haber llegado. El Gobierno de este país, oportunista como ninguno, ya puede olvidarse del embargo de las armas aprobado a destiempo y con el paso cambiado. n

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