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Opinión

El adiós a un amigo

En la despedida a Emilio Serrano, gran hombre y excepcional compañero de fatigas

No es fácil despedir para siempre a una persona querida. Más en este caso, querida y estimada por su bondad y nobleza connaturales, por su permanente simpatía y por innumerables virtudes que poseía Emilio. Y es que Emilio, además de todas sus virtudes personales, a nivel social, era un buen empresario, continuador de la dedicación familiar a la destilación de licores, un enamorado de Asturias y de su tierra ríosellana, comprometido con el desarrollo turístico de la región, escritor prolífico y ensayista, poeta y divulgador de tradiciones, pero, sobre todo, amigo de sus amigos a los que acaba todo tipo de atenciones. No puede extrañar el hecho de que Emilio Serrano fuera solicitado continuamente para pregonar fiestas, certámenes, conferencias, así como recibir innumerables distinciones y trofeos.

Asturias ha perdido un gran hombre y muchos de nosotros, sus amigos, a un compañero excepcional. Los componentes del grupo "Los Quijotes" al que pertenece a Emilio no lo olvidaremos fácilmente: Paco Rodríguez (Reny-Picot); Manolo Linares (pintor y escultor) Fernando Delgado (cronista de Morcín) y quien esto suscribe, mantendremos su recuerdo con cariño, lo mismo que a los ya desaparecidos componentes del grupo, los sacerdotes don Nicanor de Brugos (párroco de Mieres), don José M. Valle (párroco de la Foz de Morcín) y Rufino Roces (Sociedad San Pedro de la Felguera).

Sirvan, pues, estas breves líneas, redactadas con pesar, pero con todo el cariño del mundo, para despedir a una persona, Emilio Serrano, irrepetible y extraordinaria. Descansa en paz, amigo.

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