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Opinión

Asturias dice "basta"

No hay precedente en los últimos años en la región de una causa que haya concitado un consenso tan amplio y tan profundo como la supresión del peaje del Huerna

La concentración en la plaza de La Escandalera contra el peaje del Huerna.

La concentración en la plaza de La Escandalera contra el peaje del Huerna. / Irma Collín

Asturias habló ayer en la calle Uría de Oviedo. Lo hizo alto y claro, con voz plural y transversal, de una manera tan unánime como pocas veces se ha visto en nuestra historia reciente. Asistió mucha gente un viernes por la tarde que parecía de verano pero la lectura que importa es más cualitativa que cuantitativa. La manifestación contra el peaje del Huerna fue, más allá de las cifras o de los recuentos interesados, una expresión de dignidad colectiva. Lo que allí se sustanció no fueron intereses sectoriales o particulares, sino el cansancio de un territorio que se sabe tratado con desigualdad desde hace demasiado tiempo.

La región ha dicho "basta". Y lo ha hecho a través de todos sus representantes: organizaciones empresariales y sindicales, colegios profesionales, asociaciones cívicas, partidos políticos de casi todo el arco parlamentario, alcaldes de distinto signo, vecinos de las Cuencas y del litoral, del Oriente y del Occidente unidos detrás de una misma pancarta. No hay precedente en la Asturias que siguió a la reconversión de una causa que haya concitado un consenso tan amplio y tan profundo. Quien lo minusvalore, quien pretenda reducirlo a un número de manifestantes o a una foto de ocasión yerra el tiro. Lo que se vio en las calles de Oviedo fue el retrato de una comunidad que va recuperando conciencia de sí misma.

Lo que se reclama es de justicia con Asturias. El peaje del Huerna supone mucho más que un precio de paso: es un símbolo de la brecha que nos separa del resto del país, del agravio que se prolonga cada día que el Estado posterga una solución. Cuando se exige su supresión, no se pide un privilegio, sino un trato equitativo. Si en otras comunidades se rescatan autopistas de pago y se eliminan peajes, ¿por qué aquí no?

La respuesta que reciba esta reclamación medirá el peso real que tienen en Madrid tanto Asturias como el partido que la gobierna. Desoyendo una demanda tan unánime y razonable flaco favor le hacen a Adrián Barbón el Gobierno del presidente Sánchez y el ministro Puente. Porque esta vez la sociedad asturiana ha hablado con una sola voz, y quien no la escuche mostrará una insensibilidad difícil de explicar y aún más difícil de justificar.

A los gobernantes se les pide que resuelvan los problemas de los ciudadanos. Pero da la impresión de que solo reaccionan cuando lo ordenan los tribunales europeos, y no cuando lo exige el sentido común o la solidaridad territorial. Es la hora de que el Gobierno de España demuestre su sensibilidad con uno de sus territorios más leales y más castigados.

Asturias no pide favores, sino justicia. La protesta del viernes no fue contra nadie, sino a favor de una tierra que, en el sentido figurado, se resiste a seguir perdiendo trenes y, en lo literal, pide paso libre para sus comunicaciones viarias. Es la hora de Asturias. Y, esta vez, no valen excusas.

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