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Opinión

Eduardo Mendoza sí se acuerda de Armando Palacio Valdés

Alberto Rodríguez-Felgueroso es Redactor del diseño museográfico y responsable de la puesta en funcionamiento del Centro de Interpretación A. Palacio Valdés

A raíz de la concesión del premio Princesa de Asturias de las Letras 2025 a tan ilustre escritor español (Barcelona 1943) y releyendo algunas de sus obras, descubro un ejemplar titulado: "¿Quién se acuerda de Armando Palacio Valdés?". He releído con gran interés la edición que en el 2007 hizo Galaxia Gutenberg y el Círculo de Lectores en el contexto de la Biblioteca Universal, de una de cuyas colecciones, Maestros Modernos Hispánicos, se responsabiliza el hoy premiado Eduardo Mendoza.

Selecciona para la colección citada "Santa Rogelia" que había visto la luz en 1926 y fue escrita en las Landas francesas, en la ciudad costera de Capbreton, donde residía con sus nietas. Conocí a una de ellas, ya muy mayor y cordial, en el madrileño barrio de Salamanca para presentarle el proyecto de la Casa de Palacio Valdés. Evocamos ese período vital, de grato recuerdo, utilizando ella la lengua de Molière. Resultado de esa visita, fue la donación de algunos originales manuscritos de sus novelas para equipar el futuro centro de interpretación en Entralgo (Laviana). También nos contó cómo sobrevivieron con la ayuda de los derechos de autor y de las obras llevadas al cine, concretada en "La Hermana San Sulpicio" protagonizada por Imperio Argentina.

El ambiente que se retrata en los capítulos iniciales de "Santa Rogelia" es la primera industrialización en el valle del Nalón, usando ligeramente modificados algunos topónimos, Lada o La Felguera, describiendo las instalaciones de las primeras siderurgias, el modo de vida de los obreros industriales y mineros, las dificultades de convivencia, el modelo de auto subsistencia en el medio rural, la descripción de las viviendas y el modo de vida. Una novela poco conocida y de escasa difusión hasta recientes ediciones; obra escrita en plena madurez (73 años), alejado de su añorada tierra, pero donde la protagonista es una agraciada y joven campesina que se ve obligada a sufrir violencia física y mental. Rogelia, escribe E Mendoza, "se debate entre las normas inflexibles, inapelables e inhumanas de la religión y lo que le dictan los impulsos del corazón y su inteligencia". Este dilema existencial es abordado en La Fe (1892) reeditada el 2010, con la excelente introducción del teólogo y escritor Etelvino González que profundiza en los dilemas personales del autor, proyectados en sus protagonistas literarios.

En "Sinfonía Pastoral" (1931) vuelve a evocar espacios que recuerdan sus vivencias personales asturianas, con ricas descripciones de los lugares habitados y la organización agraria tradicional en una aldea asturiana; habla de la emigración e introduce al Cardenal Fr. Ceferino González en el relato. Ese mismo año aborda su percepción del mundo femenino en el "Gobierno de las mujeres".

La Universidad de Oviedo atesora en el salón de la biblioteca histórica, muy utilizado para actos académicos, la mitad de la biblioteca de D. Armando. En ella podemos encontrar sus lecturas preferidas de filosofía, psicología, medicina o historia. También ejemplares dedicados de literatos coetáneos y amigos como Clarín, Galdós, B. Ibáñez o Pardo Bazán y algunas de las traducciones de sus obras a otros idiomas. Una excelente base documental a la hora de abordar las fuentes psicológicas y el perfil del autor. Académico de la Lengua (1906), denostado en un tiempo, potenciado en otros momentos como la petición del Nobel (1927), la concesión de la Legión de Honor en Francia, dar su nombre al teatro de Avilés o hacerle hijo adoptivo de Oviedo (1930), prolífico escritor con proyección internacional y el reconocimiento en universidades de Estados Unidos, donde se utilizaban sus textos para la enseñanza del español.

Casa natal

En su Casa Natal se conserva una rica documentación, varios originales de sus novelas y muchas de las ediciones de sus libros. Si bien hoy cerrada al público, debería estar activa y actualizada, al menos su página web, como miembro de la red de casas de escritores y poder hacer la visita virtual a sus instalaciones y acceder, como antaño, a su vida y obra.

Se trata de un centro de interpretación, concebido como núcleo de interés para un turismo de calidad que conjugue literatura y paisaje. Si seleccionamos tres obras del autor más vinculadas al territorio asturiano: "La Aldea Perdida" (1903), "Santa Rogelia" (1926) o "Sinfonía Pastoral" (1931) podemos recorrer, libro en mano, el territorio siguiendo las descripciones de los lugares y parroquias, los valles y las montañas, los prados y las casonas. Si añadimos "La Novela de un Novelista" (1921) completamos la infancia y el ambiente que le rodeaba, recogiendo como D. Armando decía sus dos naturalezas: la campesina de Laviana y la marinera de Avilés.

Hace E. Mendoza un análisis objetivo del escritor asturiano exaltado en unos momentos, olvidado otros, con defensores y detractores en posiciones radicales. Palacio en su larga vida fue ateneísta, partidario de la Institución Libre de Enseñanza, amigo de Castelar, republicano, enemigo del fanatismo, retrógrado en algunas cosas, defensor del voto femenino y enemigo de la Oligarquía. Autor de éxito, con obras de fácil y atrayente lectura, sin problemas económicos, buen porte y elegante presencia, impregnado de ironía y de humor. Un autor que idealiza el mundo rural frente al minero que degrada el espacio, un conservacionista que merece sea conocido por las actuales generaciones.

Buen momento

Hoy, aprovechando la concesión del Premio a D. Eduardo Mendoza Garriga es buen momento para reivindicar la figura de D. Armado Palacio Valdés, la puesta en valor de su obra y la actualización de su figura a través de su casa natal y su entorno en un medio tan privilegiado a las puertas del Parque Natural de Redes, en un lugar que hace de bisagra entre dos paisajes el industrializado aguas abajo del Nalón y los espacios naturales aguas arriba del valle camino del puerto de Tarna, camino de Castilla. Hoy que el turismo cultural se ha incorporado a la economía asturiana de modo firme es buen momento para poner en valor nuestro paisaje a través de la literatura. Contamos con una potencialidad que puede singularizar nuestra oferta, tenemos el privilegio de contar con autor y paisaje, patrimonio industrial y minero y un medio natural utilizable de manera sostenible. Es momento para que nos abran las puertas de su casa y conozcamos su mundo espacial y literario.

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