Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

La oficialidad del oficio de Reyes

La exposición sobre Felipe VI en la Universidad

Del oficio de Rey emana la oficialidad de discurso por muchas fuentes, una de ellas la exposición de paneles, fotos y vídeo dedicada a los 10 años de reinado de Felipe VI que circunda la primera planta del edificio histórico de la Universidad de Oviedo. El vídeo resume inquietantemente –por música y contenido– un decenio en tres minutos y en dos mensajes: la ejemplaridad de los ejemplares de la familia real reducida y la unión de la monarquía española contemporánea a la democracia actual.

El afán de que la conducta oficial de esta familia facultada genéticamente para reinar sea imitada no es fácil por lo que se ve en la exposición. Ellos salen al balcón para saludar a gente que ha ido a verlos, no a la que se va, como hacen los que tienen balcón o ventana a la calle. A los reyes es mejor ir a visitarlos de gala para que te den un premio, como a las personas que gozan de éxito, a que vengan de visita a darte consuelo, con chaleco de cooperantes, como a la gente que sufre desgracias.

Donde van los reyes hay galardones. O los dan o se los dan. Leonor recibió de su padre el Toisón de Oro, eso que toda niña de 10 años quiere tener. Fue la única de su clase. Felipe González, Herrero de Miñón y Miquel Roca han tenido que esperar 70 años más que ella, pero les hace ilusión igual.

Para visitas sin motivo, sin que te den un premio o te pase una desgracia, se recomienda aplaudir y ovacionar, (¿para reforzar su autoestima?) y llevar banderas de España (¿para recordarles qué país reinan?). Si encuentra muchos policías es porque les gustan las personas uniformadas, de todos los cuerpos armados y desarmados, de gala y de faena, con chalecos del siglo XXI y penachos del XVII o con chándales olímpicos victoriosos.

¿Qué encuentra el que va a ver una familia real, según la exposición? Edificios decorados para personas condecoradas. Edificios neoclásicos vestidos de estandartes, banderas, blasones, guirnaldas y escudos y con ropa interior de tapices, cortinones, alfombras y lienzos. Espacios de representación -palacios, parlamentos, teatros- donde juran la constitución, toman posesión, firman zurdo en el libro de honor y dicen frases blancas inofensivas ("España es un gran país que no se rinde ante las dificultades") montadas en majestuoso desorden ("A esta tarea de construir España dedico mi vida y todos mis esfuerzos").

De la expo se deduce que la Monarquía renovada, vestida de traje oscuro en América del Norte y de liquiliqui blanco en América del Sur, hace lo de siempre y lo que todas a lo largo de 197 viajes, 884 discursos, saludo a 269 jefes de estado y 4.000 actividades en 3.650 días.

No hay que entrar en la vida privada, pero algo sale. Los Reyes no llevan a sus hijas al parque, las sacan al jardín, a un banco sin jubilados ni palomas. Todos han de portar la espalda firmemente recta, sean de origen real o plebeyo porque la reina hasta sentada parece de pie. A veces se cruzan un reojo tierno entre padre rey e hija princesa.

Los asturianos tenemos la suerte de verlos cada año, cuando vienen a oír a bandas de gaitas y el crujido de la seronda bajo sus pies. Comen fabada, hablan a teatro lleno y visitan un pueblo en plan turismo de experiencia de fin de semana. Gracias a eso sabemos que para que esas imágenes sean posibles fuera hay un parking de hiper ocupado por el parque móvil del Estado -que va de Audis a caballos- y que fuera de campo visual un ejército de vasallos se encarga de que los actos salgan oficialmente impecables para la siguiente exposición.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents