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Opinión

Mendoza vs. Cervantes

Algunas analogías entre "La ciudad de los prodigios" y el Quijote

La primera vez que leí "La ciudad de los prodigios", muchos años ha, me recordó vagamente, salvando las distancias, al Quijote cervantino. Mas entonces creía que me embargaba más la nostalgia de ver quijotes dondequiera que fuere, que una leve sombra de sospecha de un parecido racional.

Y, en verdad, es cierto que mucho, mucho, no se parecen. No es que el ambicioso protagonista de "los prodigios", Onofre Bouvila, sea un quijote, más al contrario es astuto y ambicioso; si no más bien en su recorrido por "la ciudad de los prodigios", que es la Barcelona de entre las dos exposiciones universales de 1888 y 1929, Mendoza va describiendo con crudeza descarnada el mundo real de la ciudad de aquellos tiempos; al igual que Cervantes en su Quijote desgrana paso a paso la cruda realidad a la que se enfrenta su onírico personaje Alonso Quijano.

El pasado sábado en su breve discurso, Mendoza hizo un guiño a este conocimiento y reconocimiento de su ciudad y de su utilización narrativa: una ciudad dulce, laboriosa, pacífica y conservadora de "santos infantiles y abuelos entrañables" en una ciudad portuaria, viciosa y canalla, "de la que me apropié para escribir mis novelas".

Al igual que Cervantes nos muestra en su Quijote todas las vilezas y miserias del mundo de su tiempo, las cuales van a parar al infortunado caballero andante, Mendoza nos traslada con igual crudeza, todos los vicios y ruindades que rodean a su personaje, pero que, al contrario de aquel Quijano, este, Onofre, utiliza para sus propios y poco escrupulosos fines. Y de las que Mendoza se documentó escrupulosamente: "Buceando en bibliotecas y hemerotecas, descubrí que Barcelona tenía además un interesante pasado turbulento y criminal".

Finalmente, Mendoza, nos deja ya llegado el final de su disertación, esta perla de realismo político, dedicada, a mi juicio, a los ensoñadores quijotes de la política actual: "No soy optimista ni pesimista, porque no sirvo para prever el futuro, pero no me gusta el mundo tal como lo veo, quizá porque he tenido la suerte de vivir una larga etapa excepcional de relativa paz, estabilidad y bienestar. A mi edad, preferiría disfrutar de lo que hay y no andar quejándome de lo que falta". En una posición que podríamos considerar equidistante entre Alonso Quijano y Onofre Bouvilla, personajes de los que están plagadas las cúpulas actuales de los realmente existentes partidos políticos… Pero es lo que vende.

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