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Opinión

El fin de la tutela de Leonor

Los celebrados discursos de la Princesa en Oviedo y Valdesoto

El doble discurso de la heredera en los Premios Princesa de Asturias y en Valdesoto confirma un salto cualitativo en su madurez institucional. Ambas intervenciones revelan más que un progreso en su oratoria: marcan el despertar de una figura que empieza a hablar con voz propia. A sus 19 años, Leonor ha dejado de ser la joven promesa de la Corona para convertirse en una presencia sólida, consciente del papel que le corresponde en un país que observa con lupa cada gesto de la Casa Real.

En los premios que llevan su nombre, su tono fue sobrio y medido, con esa calma que distingue a quienes comprenden el poder de las palabras. Al apelar a “la libertad frente al miedo” y a “la democracia frente a la intolerancia”, Leonor no recitó un texto de manual: trazó un territorio ético. Lo hizo sin estridencias, con una madurez que sorprendió incluso a los escépticos. Y al reivindicar la “carta viva”, frente a la comunicación fugaz de su generación, se permitió algo insólito: invitar al pensamiento pausado y al respeto por la diferencia.

Un día después, en Valdesoto, bajó del pedestal. Vistió su discurso de naturalidad y mostró otra faceta de su madurez: la empatía. Quien aspire a ser querido debe ejercitar desde temprano la predisposición a la querencia.

En tiempos de descrédito institucional, su sobrio equilibrio pueden convertirse en su mayor activo. Falta comprobar si esa elegancia contenida será también, con el tiempo, una forma de liderazgo. Si algo ha quedado claro este fin de semana es que Leonor ya no solo representa el futuro de la monarquía: empieza a representarse a sí misma.

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