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Opinión

¡Pídanle regaliz!

Las relaciones entre España y México

México está latente y presente en Estados Unidos y en menos proporción Canadá. México es un país joven por antonomasia, lo que indica sus ganas de salir a descubrir mundo en esa población con más de cien millones y cuarto de habitantes de potencial extraordinario. España no es su destino predilecto.

Este México joven está enfadado con España, bueno, alguna mala praxis diplomática ha errado y habrá que desdecirse, no pasa nada, aunque por en medio ande don Cristóbal Colón, tan representado en la ciudad de New York que hasta Donald Trump recién lo encumbra. En México todo lo postcolombino les resbala sino lo rechazan, no quieren hablar ni de Américo Vespucio que hasta da el nombre al continente.

Los mexicanos no son españoles, obviamente, ni conceptualmente latinos tan argumentado en canales de información y comunicación estadounidenses de habla hispana. Un mexicano es un mexicano, y punto; se lo pregunten al Oviedo o Sporting.

En México no escaparon al contubernio de exploradores y conquistadores buscando quintas columnas entre los mexicas, pasó igualmente en Canadá con ingleses y franceses haciendo manitas a las primeras naciones, la historia se repite en cada incursión, en cada rincón del mapamundi.

La presidenta de los Estados Unidos de México, Sheinbaum, como buena judía asquenazi y sefardí por parte de madre, entiende que todo es perdonable, a la vez que inolvidable para que no se repita. Ya nadie volverá a conquistar México, con lo que hay que arreglarse, máxime en la cultura que te concedió la palabra, el español.

Hay que darse una vuelta por esos lares y ver cómo el pueblo de México se incrusta en la población yanqui, en la canadiense, con un orgullo especial que hasta en su impronta mezclan la sólida cultura norteamericana. En cualquier cantina o negocio siempre estará un mexica al que recurren los yanquis para traducir al español, se infiltran con el inglés como obligado pero el español y la cultura hispana, latina o mexicana está omnipresente.

A la pregunta de turistas españoles, subiéndose al transbordador que atraviesa el río Niágara, Canadá, le comentan a una guía mexicana:

–¿Sabe usted que este artilugio fue diseñado por un tal Quevedo e instalado por la empresa española The Niagara Spanish Aerocard Co Limited, de ahí su denominación poco publicitada de "Spanish Aerocar"?

La agraciada mexica, o azteca, sonríe y saca su peculiar orgullo contestando:

–¡Ándele, pues pídanles regaliz al subirse!

Este es el México que debemos entender y con el que debemos entendernos con la bregada presidenta mexicana para visitar su peculiar Central Park, el bosque de Chapultepec con la misma raíz semántica que el regaliz de intercambio y concordia. A ver.

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