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Opinión

Circo romano en el Senado, sin sangre

La comparecencia de Sánchez en la Cámara Alta, de la que salió indemne

El circo era romano y el reo escapó vivo de la arena, con apenas un puñado de rasguños a causa de arañazos. Tal se resume el relato de la reciente comparecencia de Pedro Sánchez en el Senado, para responder de la salpicadura de los casos de corrupción que afectan a ex altos cargos de su partido, junto a los tejemanejes familiares. No está acostumbrado el presidente del Gobierno a someterse a preguntas, salvo que ocurra en horario de máxima audiencia, en la emisora amiga y frente a un entrevistador amable. Así que no pudo evitar en muchos momentos mostrar un gesto crispado, de incomodidad indisimulada bajo unas gafas caras. Pero ese estado de ánimo se le pasó a las primeras de cambio. Luego fueron las risas y las chanzas, lo cual supone una falta de respeto para la Cámara. Poco ayudaron los interrogadores y el presidente de la comisión a dignificar la sesión televisada. Tanto los acosadores de PP y Vox como los palmeros de ERC y Bildu. Todos hicieron el ridículo.

Desde los tiempos de Calígula no se vio mayor desprecio a la institución senatorial como el jueves escenificó Sánchez, paladín repetitivo del “no me consta” para evitar caer en perjurio, haciendo mofa de las preguntas de la oposición, saliéndose por la tangente, sin mojarse en la secante. En el debe del PP habrá que apuntar que erró al no mandar al coliseo a uno de sus mejores gladiadores, sino a un lorario de segunda fila a quien le vino grande el peso de la armadura: no se puede entrar en la jaula del león con una espada de goma.

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